Una
tarde llegue a la casa y se me ocurrió comentar con mi esposa que
me había parecido que el tal Satélite estaba tirado en una calle
por donde yo había recién pasado.
Según
un filósofo callejero, en Cuba hay tres tipos de ciudadanos que han
convertido sus derrotas en simpatías piadosas; el padre de familia,
el muchacho buena gente y la persona decente. En realidad se quedó
corto. La vida me ha mostrado la existencia de otras muchas derrotas
devenidas en querencia sentimentales. Por ejemplo la solterona
sesentañera que aun aguarda el principie azul perfecto cuando ella
misma sabe que a estas alturas no hay príncipe azul. Ni de ningún
otro color. Y mucho menos perfecto. El periodista que nos dice
espera abrir una cuenta bancaria con el salario que gana, el anciano
de aquel de pasaporte que se va a casar con la pepilla porque dice
que a ella le gusta sus canas y experiencia y gente como yo, que apenas le sucede algo en la calle y va de buena gente a decírselo a la esposa.