Hace
poco, a mi paso para cruzar una esquina una hermosa joven, pelo
suelto y depredador shot , detuvo la motorina que manejaba para
saludar a una similar amiga parada en la acera. De pasada escuche el
siguiente diálogo; “ !Váya,
ya tienes hasta motorina!”.
Con cierto airecillo de complicidad, aquella le respondió sonrisa
al aire; “!Bueno
míja, para eso la luché!”
Un chao –chao rápido y cada cual siguió su camino
No
hubiera pasado nada más de aquel al parecer intrascendente coloquio,
si no me hubiera dedicado a reflexionar sobre el tema mientras
proseguía mi callejeo. Ella , pensé, dijo “la
luche”.
No dijo la compré, o tal vez; la heredé. O mejor aun; me la
regalaron. ¿Qué significa eso de “la
luche”?.
Porque vamos a ver, lucha significa, entre otras cosas, pelear,
competir, bregar, batallar, y aquella joven salvo en posición
horizontal, no me pareció que pudo hacer armas en ninguna parte.
Saco
en cuenta que desde hace ya demasiado tiempo existen en nuestro
idioma isleño palabras que enmascaran realidades de una parte de la
sociedad fisurada en lo moral y que apenas cubren el quehacer que se
hace publico con tanta cotidianidad que no pocos prefieren mirar para
el otro lado.