Me llamo Franklin Aramis
Picapiedra Montejo, nací en 1942 y soy capitán jubilado de la
aviación civil cubana.
Estudie
en la International Aviation School en 1959, pero no se dejen
impresionar por ese nombre, en realidad aquella era una escuelita
con un solo avión, un piper J-3 que radicaba en las afueras del
poblado de Bacuranao, en La Habana, en ese lugar iban a estudiar los
jóvenes que queríamos ser pilotos, pero con pocas posibilidades
económicas.
En
esa época eso era muy difícil pues una hora de vuelo de instrucción
costaba diez pesos. Otras escuelas podían cobrar hasta quince pesos
esa misma hora pero con mejores equipos.
Durante
40 años trabajé en la aviación civil cubana y acumulé 16 mil
horas de vuelo con apenas 17 accidentes aéreos, 16 de ellos debido
al pésimo estado de las naves que realizaban labores de fumigación.
Sin
dudas que el bloqueo comercial norteamericano contra Cuba impidió la
adquisición de todo tipo de piezas de repuesto para nuestros aviones
de aerolíneas y agrícolas en aquellos años donde la industria
aeronáutica dependía totalmente de los EEUU.
Sin
embargo, dada la situación de la aviación agrícola hubo que
mantener a los aviones volando a toda costas pues de lo contrario
se corría el riesgo de perder los cultivos atacados por plagas y
enfermedades.
Mirando
las cosas a la distancia de los años, uno se impresiona con lo los
cubanos entonces fuimos capaces de hacer. Parece increíble porque se
llegó al extremo de reparar motores soldándoles aros de camiones
para mantener el aceite, o por ejemplo, calzar muelles de bombas de
aceite con arandelas para obtener presión mínima de aceite,
anexándole a los motores radiadores de camiones, por eso los
aviones volaban con la mínima presión de aceite admisible y con la
máxima potencia permisible.
Incluso los magnetos de encendido se
reparaban con flejes de relojería y cuando no había tubos de alta
presión de aceite se instalaban otros corrientes de cobre que se
partían con extrema facilidad, por lo que los pilotos tenían que
estar muy atentos pues eran frecuentes las fugas de aceite que
apagaban los motores en pocos segundos. Por esa causa una vez
aterricé en el patio de una gasolinera.
A
pesar de la crisis y ya con algunos accidentes de por medio. cuando el
representante de Cuba ante la Organización de la Aviación Civil
Internacional planteó que cada vez se hacían más peligrosas las
operaciones aéreas en Cuba debido a la negativa del gobierno de los
los EEU vender motores y piezas de repuesto a nuestras naves, esa
institución con marcado cinismo declaró desconocer que eso podía
estar sucediendo en Cuba.
Un
día de octubre de 1963 trataba con desfoliante un campo de algodón
en las afueras del central azucarero Colombia, en el poblado de
Elia. Ese campo era muy difícil porque tenía en un extremo un
tendido eléctrico de alto voltaje y al otro lado un palmar, cuando
los baliceros con sus banderas me iban marcando la ruta hacia el
lado del tendido eléctrico y descendí para hacer el pase, el avión
fallo, se trancó el motor y me proyecté contra los cables, el avión
se enredó en ellos y se estrelló. Quedé vivo de milagro.
Llegué
al hospital muy dolorido y me aplicaron un fuerte calmante. Lo que
no se me olvida es que, cuando estaba acostado e n,la camilla, le oí
decir a un médico; “Este paciente tiene nueve fracturas en las
piernas y tres en la columna.... No vamos a esperar a que lleguen los
familiares. Vamos a meterlo en el salón de operaciones y ampuntarle
la pierna, este hombre esta a un paso de coger gangrena”
Hago
así y me viro y le digo; !No, yo me salvo con la pierna o me muero
con ella. De amputar nada!-
Pues
mira, parece que se disparo la reserva que tiene el organismo y fui
mejorando-Salve la pierna y seguí volando, pero bueno, con la edad y
con aquella secuela ya aquellos golpes se sienten.
En
lo actual Franklin pertenece a la Unión Nacional de Historiadores
de Cuba y es reconocido internacionalmente como historiador de la
aviación cubana. Ha publicado varios libros, todos sobre la
aviación, entre estos "Alas de Cuatro Vientos" y "Barbearán y Collar,
leyenda y realidad", ambos editados en España en el 1998; en nuestro
país publicó en el 2009 el libro" Agresiones, secuestro y terrorismo
aéreo contra Cuba".
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