Durante
mis primeros días de hospitalización forzosa me entusiasmó la idea
de escribir el mejor reportaje de mi vida. Deben imaginarlo,
Quirófamos, cirujanos, trajedias humanas. En fin.
Sin
embargo quien dijo que desde la cama de un hospital algún escritor
produjo una obra cumbre, es mentira. Nadie con una benzatínica en
una nalga tiene espuelas para alguna inspiración literaria. Dígamelo
a mi.
Todo
periodista siempre piensa que su mejor reportaje está por llegar.
Pueden pasar años y a lo sumo lo que llega es la jubilación.
Oportunidad que no llega o que no supo aprovechar. Igual que las
solteronas esperando al príncipe azul. Con la diferencia que el
príncipe azul es una quimera y el mejor reportaje igual.
Todos
los periodistas recién estrenados creen que alguna vez llegarán
corriendo a la redacción con la noticia de ultima hora capaz de
ocupar la primera página del diario. Esa historia solo existe en las
novelas policíacas y en las películas de Al Capone.
La época
romántica de las redacciones con ceniceros llenos de colillas y
termos de café en todos las mesas de trabajo es no existe mas. De
cuando las cuartillas para la edición inmediata se entregaban a la
media noche y de madrugada se reunían entorno a la rotativa para
tener el primer ejemplar húmedo de tinta y luego irse a la tertulia
del café de la esquina. Ahora se sabe con una semana de anticipación
lo que se va a publicar y eso mató el brillo del periodismo.
Ahora
las redacciones son salas acepticas. Climatizadas. Con horario de
burocráticas oficinas. Cuando llegó la planificación se asesinó
al periodismo de capa y espada. Por eso es que hay tantos colegas
caminando de puntillas sobre pavimento resbaladizo.
Al
periodista le bastaba antes un blog de notas y un lápiz. Lo demás
lo ponía la profesión. Con eso se llenaban decenas de páginas
diarias en los periódicos y horas en la radio. Hoy para hacer lo
mismo se necesita grabadora, teléfono digital y los recursos de las
redes sociales. Recursos muchas veces utilizados para satisfacer el
ego personal, intercambiar saludos, recetas de cocina y de vez en
cuando alguna información que valga la pena. No creo que ese sea el
periodismo tecnológico del que se habla.
Si en
algo siempre hemos coincidido los periodistas es en que nuestro
salario es bajo y en que la profesión no se hace a la sombra de las
oficinas ni en las antesalas. Ni siquiera a la dietra de dios padre.
En
nuestra profesión si el aula es lo máximo en la teoría, la calle es
la cátedra de la vida. Un periodista puede tener todos los títulos
universitarios que quiera, pero si no ha correteado la calle será
siempre un aguacate sin semilla.
Un
prestigioso colega escribio que la calle era el monstruo moderno. Y
frente a ese monstruo donde se empinan o naufragan mesquindades,
sacrificios, mentiras, verdades,heroicidades, amores y noblezas se
curte el periodista. No hay otra alterrnativa si se quiere llevar con
dignididad una profesión pocas veces retribuída con títulos
honoríficos, y si casi siempre con desengaños, sinsabores,
pasiones, desvelos y con cientos de lanzas rotas frente a los iguales
molinos de viento.
Por una
razón que aun no he desentrañado, la única profesión donde todo el
mundo se cree con derecho a meter las manos es en el periodismo.
Usted no le dice a un ingeniero como levantar un puente, pero si le
dice al periodista como debería escribir las cosas.
Los
cubanos tenemos diferentes criterios pero en lo único en que estamos
de acuerdo es en opinar sobre pelota, en creer que la isla es de
corcho y en tener palanqueado siempre un artículo periodístico para
decirte las cuatro cosas a cualquiera, como si decir las cuatro cosas
a cualquiera fuera tan fácil.
Reflexión de buen calibre, amigo, una vez me pasó estar internado y como no quise que publicaran una historia repetida en la contratapa que yo escribí por 15 años en un semanario de mi ciudad, me propuse hacerlo desde la cama del sanatorio. Y para no sacar nada inventado de mi mente, cosa que hice muchas veces, llamé a una mucama que nos atendía, muy amable la muchacha de mediana edad. Resultó ser un artículo lleno de cosas que no hubiera imaginado, como que tiene dos hijos médicos y eso colmó la satisfacción de la tarea cumplida. Personalmente creo que las mejores historias son todas y cada una a su momento. Saludos y felicitaciones por tus cosas.
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