Un
ciudadano llegó a su casa a una hora imprevista y en el cuarto,
junto a su mujer, encontró a un hombre absolutamente desnudo.
No
es lo que usted piensa, se apresuro a decirle el extraño, solo le
estaba demostrando a su esposa que cosa les va a pasar a ustedes si
no pagan los impuestos.
Por
supuesto que nadie de nosotros cree en la realidad de esa excusa.
A
todos nos está pasando lo mismo cuando en algunas reuniones a las
que existimos se dan explicaciones absurdas y para nada creíbles.
Tengo
a mano el ejemplo de algunas reuniones de nuestros consejos populares
donde sesionan con ausencia de los organismos que debían estar
presente, al menos para enterarse de lo que de ellos se dice de allí.
Por otra parte no siempre los funcionarios que asisten en
representación de sus entidades son los mismos en cada encuentro,
por lo que ni siquiera conocen lo que les toca informar ni que decir,
como no sea “inventar al pie de obra”. Por supuesto que todo eso
desemboca en la inestabilidad que existe para dar seguimiento a
determinados temas.
A
la larga y como las soluciones no llegan, las reuniones se
multiplican. Cosa para lo que somos buenos, y estas son tantas que
apenas si dejan espacio para actuar, que es donde somos malos. Es en
ese punto cuando aparecen las absurdas informaciones y los
compromisos que pocos luego se encargan de chequear.
La
realidad es que hay poca percepción del riesgo por el que
transitamos, indiferencia parece que nos empuja al callejón sin
salida de estos numerosos niveles de impunidad en la corrupción y
las indisciplinas sociales que hoy nos agobian.
Lo
que sucede lo sabemos en la igual medida en que no comprendemos
porque se dilata el enfrentamiento coherente a los delitos. No solo
la PNR o los inspectores del DIS han de tener en sus manos la
solución. En definitiva no toca a ellos educar, sino reprimir en el
significado que la Revolución da a esa palabra.
Todos
sabemos que por lo benigno, las multas no resuelven a pesar de que se
desarticulan casas-almacenes, se decomisan artículos, arrendamientos
ilegales, revendedores que “negocian” dentro de los propios
establecimientos con la anuencia o no de los dependientes, (que en no
pocos casos amenazados por alardosos “macetas”), cualquiera rompe
una acera para construirse una rampa para su vehículo, por la calle
Maceo circulan bicicletas y colocar basuras a deshoras en la calle es
tan cotidiano que no vale la pena hablar de eso.
¿Cómo
es posible que se reiteren esos delitos e indisciplinas en cuyo saco
caen prostitutas y proxenetas, indocumentados y ambulantes?.
Del
otro lado tenemos a las empresas que apenas si protegen a sus
unidades y otras que con una atención difusa crean condiciones para
el delito.
A
pesar de que durante el mes de enero, por ejemplo, el DIS colocó 568
multas solo en el área de Ciudad 500, y de ellas el 70% se debió a
indisciplinas sociales, la población no percibe lo que se hace
porque por encima de todo la impunidad pervive y se reiteran o se
esconden en justificaciones como la que hombre desnudo.
A
la larga o a la corta todo esto viene a aterrizar en los consejos
populares donde al tratarse estos casos se cae en cuenta que el
implicado que debe estar presente no lo está, ni lo ha estado, ni lo
estará, y por eso no se llega a las soluciones a las que debemos
llegar. Por eso seguimos con el cuento del nunca jamás hasta el día
en que nos demos cuenta de que a quienes se debe multar es a esos
funcionarios que no acuden a sus consejos populares escudándose en
otras reuniones y “deberes” urgentes, pero que no son las mas
importantes.
Al
otro lado de la calle descubrimos, tambiern se sabe, que la
indisciplina a veces llega debido al acrobatismo burocrático que nos
inunda las gavetas de papeles achacando demoras y olvidos a
responsabilidades. Tenemos el ejemplo de lo sucedido a la ciudadana
Alina María Martínez González, vecina de San Fernando, entre Tío
Perico y Montera. Ella necesita hacer una acometida en el sistema de
acueducto para tener agua en su vivienda. Realizó los trámites
pertinentes con el organismo a cargo y allí le autorizaron el
trabajo, solo que debía tener el permiso de Planificación Física.
Planificación dijo que ellos no tenían nada que ver con eso.
Acueducto que si no existe ese papel no puede hacer nada y Comunales
se lavó las manos en lo que no le corresponde. Resultado, luego de
tanto peloteo de una a otra oficina por días y días, Alina se
decide por hacer el trabajo por cuenta propia porque ella lo que
necesita es agua para su familia y no cuños y papeles. ¿Indisciplina
de quién, entonces?. Sera bueno sacar nuestras propias conclusiones.
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