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En realidad no tuve tiempo de
conocer a la Antonia y cuando pude hacerlo ya estaba enterrada en
Cubitas Arriba, en el cementerio de Pozo de Vilató.
Sobre la losa siempre alguna
persona agradecida le deja al paso un puñado de mar pacifico,
marilopes o amalias como recuerdo a la historia de aquella mujer sin
historia que vino a pagar una deuda que no le pertenecía.
Una vez, hace muchos muchos
años, dicen, por el camino de la subida del desfiladero de Lesca
venían dos trenes de carreta pero cada una en dirección contraria,
hasta llegar a un punto en que una de las dos tenía que arrimarse
para que pasara la otra. Allí comenzó la discusión porque Antonio
Nápoles y Cheo el cojo eran hombres de sangre caliente. Así que la
cosa en ese momento casi termina a machetazos, valga la gente que se
metió y los separó. Entonces cada cual siguió su camino. Pero ese
Antonio ya fermentado se montó en su caballo y le cayó detrás a
Cheo, sacó la carabina y de pasada le dio un tiro que despenó al
otro infeliz.
Antonio se metió en el monte
pero como él era mayoral de una de las fincas de la señorita
Velazco, me cuentan que lo sacaron en un lanchón por Puerto Piloto
llevándoselo con familia y todo para La Habana y ya nunca jamás lo
agarraron, tampoco nadie supo más de él.
Pero como no hay un cristiano
que no tenga algo bueno, este tuvo a su hija Antonia, que por aquella
época tendría unos trece años y que debió padecer mucha vergüenza
por aquella tragedia que parece llegó a cargarle un sentimiento de
culpa. Vaya usted a saber,
No se lo que pudo pensar ella,
pero según cuentan para el 1930 se apareció en Vilató Antonia
Morales casada con un buen gallego llamado Francisco Cimal Sánchez,
hombre muy trabajador y casabero.
Cuando se arrimaron a Cubitas
compraron un pedazo de tierra y malvivían de viandas y miel.
Hicieron un rancho, una casa grande de guano, con piso de tierra,
como todo el mundo en este lugar, rodeado de un jardín con plantas
medicinales. Allí esta todavía la casa a la orilla del camino viejo
como quien va para la Calderina. Nadie me ha dicho si a la Antonia
le preguntaron sobre su familia o si ella habló de eso en su vida.
Ni siquiera los deudos de Cheo revivieron el asunto.
Paco, el gallego, se murió en
1981 y la mujer como si nada en sus trajines, sembrando y haciendo
casabe, aunque ya para los últimos tiempos la salud la maltrató y
tenía a veces que caminar con banquillos y muletas.
Antonia sirvió a todos y
siempre estaba buscando algo que hacer por los vecinos más pobres.
Ella tenía un cierto don natural para esto. Curaba cualquier tipo de
enfermedad con sus hierbas, menos aquellas cosas graves que su
ciencia natural no podía hacer frente. Por ejemplo, ella con sus
hojas era como un médico, enfermera y boticaria, porque preparaba
medicinas, emplastos, jarabes. Salia ,a recorrer todos los rincones y
si llegaba a una casa con necesidades trataba siempre de ayudar con
lo poco que tenía. Enseñó a la gente a sembrar cosas útiles en
sus jardines y en los patios y eso se ha hecho tradición. No hay
una sola casa de familias originaria que no tengan sus hierbas y
bejucos de cuando la Antonia. Incluso, te metes en el monte donde no
hay nada y a veces te encuentras con restos de viviendas y si en esa
manigua ves algunas plantas medicinales, ponle el cuño que por allí
anduvo alguna vez Antonia. Esto en Vilato es mas que leyenda.
Tuvo numerosos ahijados e
incluso se hizo cargo de muchachos huérfanos o abandonados. Ella
los enseñó a trabajar, a ser útiles, y eso que ella vivía en una
miseria espantosa. Dicen que hasta enfermos de tifus cuidó y mucha
gente con enfermedades contagiosas. Por lo que se cuenta era una
mujer muy fuerte, color blanco rosado. Parecía gallega. Vestida
siempre de negro, con un chal encima y un moño de canas blancas. Así
la vieron a pie por todos estos andurriales cargando siempre un
macuto al hombro. Su único vicio era mascar tabaco y cuando murió
tendría unos 96 más o menos-
Entonces la gente se quedó
como en el aire y por eso hay quienes van al cementerio de Vilató a
llevarle flores y a recordarla. A rezarle y a pedirle cosas porque
dicen que ella aparece y hace esto y lo otro. Tu sabes como es la
gente de creyente cuando dice a creer.
Esta mujer es uno de los
principales personajes de todos los personajes de los alrededores de
Pozo de Vilató y de otras muchas leguas a la redondas. Nadie puede
hacer la historia de esta región cubitera sin mencionarla. Luego
hubo Revolución y médicos de la familia que nutrieron la sierra,
pero Antonia no vio ese amanecer porque ya estaba muerta. Hoy, a
pesar de los años, a nadie extraña que sobre la losa siempre alguna
persona agradecida de esta historia le deja a la Antonia un puñado
de mar pacifico, marilopes o amalias-
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