Durante la primera semana de octubre de
1948, las autoridades migratorias norteamericanas anunciaron, sin que
mediara una explicación previa, que a partir de noviembre de aquel
mismo año, seria requisito indispensable para aquellos médicos
cubanos que fueran a ejercer en ese país, someter sus pruebas de
laboratorio y recetarios a certificados de calidad avalados por
médicos de los EEUU.
Ante la nota prepotente y vejaminosa para
la medicina cubana, el Colegio Médico de Camagüey, presidido
entonces por el Dr, Francisco Martínez de la Cruz, envió una
carta de protesta a Paúl A. Tate, vice cónsul norteamericano en la
provincia, con copia al periódico El
Camagüeyano para su
publicación, púes fue en sus paginas donde en nuestra provincia
apareció el documento del gobierno norteamericano.
Sin embargo, con la firma de su director,
Walfredo de Jesús Rodríguez, el periódico le devolvió la carta al
Colegio Médico excusándose al decir que solo la publicarían si se
retiraban algunos insultos al gobierno norteamericano que en ella
aparecían, pues no era dable crear desavenencias con ese país
amigo.
Aquello levantó otra irritación entre los
profesionales de la medicina, quienes hicieron público una nueva
carta acusando de parcialidad al periódico y denunciando sus
relaciones con intereses yanquis. Esta nota publica en el periódico
El Bayardo, “Diario
al servicio de las clases populares”,dirigido
por el connotado luchador
revolucionario Justo Tamayo López, complico la situación, pues de
inmediato El Camagüeyano
dijo que era lastimoso que el Colegio Medico, de Camagüey tuviera
que recurrir al periódico de un connotado comunista. para dilucidar
sus asuntos internos.
La prensa progresista de la ciudad se alzó
y acuso a El Camagüeyano
de cipayo, mientras que el Colegio Médico se puso al habla con el
vice cónsul para arreglar directamente la situación y exigir que
el gobierno yanqui se retractara de aquella disposición que colocaba
en entredicho la capacidad profesional de los médicos cubanos.
Mr. Tate notifico la demanda al embajador,
quien debió elevar la nota a George C. Marshal, entonces Secretario
de Estado y encargado de las relaciones internacionales de los EEUU.
de la cual, por supuesto, no se dio por enterado. Tampoco hay
constancia que Tate haya Remitido la queja al embajador.
El 18 de octubre, ante lo enojoso de
aquellas relaciones entre el periódico y los médicos, el decano del
Colegio Provincial de Periodistas, José Manuel de la Torrer Rivera,
y tal vez por gestiones del propio Walfredo Rodríguez, la dirección
de El Camagüeyano
que temía perder vínculos con la influyente organización medica (y
quien debió reconocer su metedura de pata), propuso un armisticio,
celebrándose una reunión conciliatoria el martes 19 a las cinco de
la tarde en la Cámara de Comercio, situado entonces en el edificio
de la calle Cisneros 259, esquina a General Gómez.
En torno a esta reunión El
Camagüeyano hizo gran
publicidad dando por liquidado el incidente, que se debió, dijo, a
malos entendidos en la redacción del documento. Sin embargo el
Colegio Médico declaró la verdad al decir que El
Camagüeyano no había querido
publicar la carta, que en realidad no contenía palabras ofensivas,
sino que en ella se denunciaba, entre otras cosas, el estado
sanitario de Camagüey, demandando e inculpando al gobierno. Eso por
supuesto empeoro la situación.
El director de El
Camagüeyano, le dirigió otra
carta pública al Dr. Martínez de la Cruz, para decirle que el
periódico no hizo otra cosa como no fuera ejecutar las tareas
propias de la prensa y su ética, pues no era nada edificante para la
ciudadanía hablar de tantas calamidad publica. Por supuesto, los
médicos respondieron que lo no edificante era ocultar la amenaza de
epidemia que se cernía sobre la ciudad ante el abandono sanitario
que padecía a consecuencia de políticos venales.
El día 20 la dirección Colegio Provincial
de Periodistas volvió a intervenir en la disputa y convocó a sesión
extraordinaria a todos sus miembros para pronunciarse sobre el
incidente, creando una comisión conciliatoria que finalmente, el día
21, logró concluir el caso con satisfacciones recíprocas, acordando
ambos abstenerse de acciones y actuaciones sobre este tema u otros
ulteriores que pudieran originarse. Sin embargo, a partir de esos
momentos, las relaciones entre el Colegio Médico de Camagüey y el
periódico El Camagüeyano,
nunca tornaron a ser normales, manteniéndose frías definitivamente
desde entonces.
Se mantenía aun las efervescencia de aquel
incidente en el sector profesional de Camagüey, cuando el 17 de
noviembre representantes del Colegio de Maestros de nuestra provincia
se reunió con el Colegio Provincial de Periodistas en busca de ayuda
en su lucha por la inmovilidad de sus puestos, ya que en el país se
había desatado una oleada de despidos de educadores que abarcaba
todos los sectores del Ministerio de Educación.
Los médicos fueron los primeros en apoyar
a los maestros en sus demandas, apuntando que mucho les agradaría
que el periódico El Camagüeyano
se
abstuviera de publicar nada en contra del magisterio.
Al cabo, y con el apoyo de toda la prensa
local, de estos encuentros surgió la idea de que los periodistas
camagüeyanos presentaran, en la primera Reunión Nacional, un
proyecto para el desarrollo de una campaña masiva de alfabetización
en el país.
Esta Asamblea Nacional tuvo lugar en
Varadero los días 29 y 30 de enero del siguiente año, con la
asistencia de la delegación camagüeyana integrada por los
periodistas formada por Manolo de la Torre, Emilio Fuentes Garriga,
Pablo Castellanos, Francisco Prendes y Alfonso Server
Esta comisión presentó en el evento la
propuesta que fue aprobada por unanimidad: la campaña de
alfabetización popular que debía de ser emprendida por los
periodistas en todo el país, creándose la orden del Mérito
Periodísticos para aquellos que mayor cantidad de personas
alfabetizaran.
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