jueves, 7 de marzo de 2019

Una historia de mujer


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En realidad no tuve tiempo de conocer a la Antonia y cuando pude hacerlo ya estaba enterrada en Cubitas Arriba, en el cementerio de Pozo de Vilató.
Sobre la losa siempre alguna persona agradecida le deja al paso un puñado de mar pacifico, marilopes o amalias como recuerdo a la historia de aquella mujer sin historia que vino a pagar una deuda que no le pertenecía.
Una vez, hace muchos muchos años, dicen, por el camino de la subida del desfiladero de Lesca venían dos trenes de carreta pero cada una en dirección contraria, hasta llegar a un punto en que una de las dos tenía que arrimarse para que pasara la otra. Allí comenzó la discusión porque Antonio Nápoles y Cheo el cojo eran hombres de sangre caliente. Así que la cosa en ese momento casi termina a machetazos, valga la gente que se metió y los separó. Entonces cada cual siguió su camino. Pero ese Antonio ya fermentado se montó en su caballo y le cayó detrás a Cheo, sacó la carabina y de pasada le dio un tiro que despenó al otro infeliz.