Paradigma
hasta hoy de la cortesía fue Sir Walter Raleigh (1552 - 1668).
Aventurero, explorador militar, diplomático, escritor y protegido de
la Reina Isabel de Inglaterra. Fue él quien una vez coloco su capa
en el suelo para que la reina cruzara sobre un charco de agua.
Desconfío de las murmuraciones, pero se comenta que ya la gente
estaba harta de sus arranques de caballerosidad y por eso una vez,
luego de haber introducido el tabaco en Europa, hicieron que le
cortaran la cabeza.
Llama
la atención que ya en el siglo XVI la obra El
Libro del Cortesano,
del italiano Baldassarre Castiglione (1478 - 1529) se vendiera como
pan caliente en todos los palacios de reino. Por cierto, se sabe por
certificados Castiglione médicos que luego de escribir ese libro
murió de fiebres pestilente.
No
quiero decir que la cortesía no paga, pero aquellos son ejemplos de
que si entonces aquellos modales de conducta urbana tuvo sus
mártires, hoy tiene sus verdugos.
Luego
de aquel librito, reeditado muchas veces desde entonces, aparecieron
otros tratados de ética, civilidad y galanuras que iban a parar a
lo mismo; la educación ciudadana, los buenos modales y la urbanidad
como forma de convivencia. Por esa senda y andando el tiempo llegaron
a nuestras escuelas manuales de Moral y Cívica como asignatura
obligatoria.
Por
supuesto que muchas de las normas de conducta social están basadas
en la cortesía y en el tacto; sin ellos no existiría la amistad y
la convivencia humana sería difícil, sin embargo en la vida
cotidiana del cubano actual la educación formal pierde terreno para
dar paso a la vulgaridad y la chabacanería se introduce como virus
en nuestra sociedad, perdiendo valores esenciales la convivencia
social.
No
imagino que esa perdida se relacione con el deterioro económico que
hoy atravesamos, pero en realidad nos empeñamos en solucionar lo mas
urgente dando de lado a lo mas importante y por esa ruta la
emprendemos con el rescate económico de la nación sorteando
escollos, relegando a otros planos temas como la educación formal,
aspecto que incluso se deja de lado en escuelas y hogares. En este
punto es preciso insistir en que el comportamiento ciudadano nada
tiene que ver con el bloqueo y la crisis económica en cualquiera de
sus aristas, solo que, estamos tan desorientados por esa perdida de
valores que como para justificar pasamos la culpa a lo primero que
tenemos a mano, en este caso el deterioro económico. Crisis
económica tuvo nuestro país a lo largo de su historia, pero aquella
divisa de miles de familias de “Pobres, pero honrados” conjugo
una envidiable conducta de urbanidad y cortesía ciudadana perdida
hoy en pantanos de mal formaciones espirituales nacidas en hogares
disfuncionales y una educación y cultura no siempre ejemplarizantes.
Sabemos
que enfrentamos carencias y dificultades materiales que no se podrán
resolver en breve tiempo, por el contrario, su solución práctica
solo llegará a partir de una sociedad consciente y educada. Lo
cortes no quita lo valiente, pero debemos de reconocer de que en Cuba
la Educación Formal atraviesa un conjunto de problemas sociales y de
fallas en la educación familiar y escolar que se trata con demasiada
inercia para días como hoy.
El
rescate de la educacional formal y la cortesía ciudadana, que se
considera por quienes quieren tapar el sol con un dedo como un “mal
menor” de nuestros , ignoran que las mejores relaciones entre
ciudadanos, el respeto y el buen trato facilita cualquier tipo de
programa social o económico a ejecutar. No puede haber desarrollo
sin relaciones sociales y para estos momentos se preciosa de acciones
enérgicas para que reflexionemos sobre nuestro comportamiento
cotidiano y lograr mayor respeto entre nuestros compatriotas,
conciencia que comienza en el hogar, que es donde se trasmiten los
valores, pero a la vez se requiere introducir en las escuelas
programas de estudio e insertar este tema como una asignatura
permanente donde al igual que los padres los profesores predicar con
el ejemplo.