Pues
bien, llegó la hora de los mameyes. Llego la hora de ajustarse el
cinto y desbrozar camino de tanta manigua.
La hora
de definir la realidad de nuestra soberanía que algunos la colocan
en juego a su forma y conveniencia. Tratando unos de propiciar
intervenciones foráneas a riesgo de la patria y otros tirando
redes en ríos revueltos.
La
estrategia aplicada por toda esta reacción tarifada en momentos
social y económicamente complicados para el país, mas que
oportunista es criminal tratar de desestabilizar la unidad nacional
en momentos como estos. Qué pensar de quienes colocan en peligro de
contagios y pandemias a sus propias familias por ignorancia
criminalidad consciente o inconveniente provocando descontentos y
revueltas. .
Hoy y
siempre, aun antes del triunfo de la Revolución, cuando se vivía en
multipartidos inoperantes y república arrodillada, ante políticas y
acciones de vanguardia y desarrollo la reacción nunca faltó mas por
nomina salarial que por concienciar esos albores de diferentes
mañanas.
Las
revoluciones no se elaboran en laboratorios asépticos, donde no
caben los errores. Cada revolución en su concepto del objetivo que
persigue se conforma en la calle por personas y grupos sociales. Por
influencias del entorno y aun por sus propias contradicciones. Con
aciertos y desacreditaros. Es la única forma objetiva de escalar
valores. Realidades y empujes sociales con los que la comunidad busca
abrirse paso, se cocina en las calles.
La calle
que hoy y siempre es tribuna multifacética, monstruo moderno a veces
disperso en encuentros y desecuentros, pero por lo general
coincidencia de ideas que consolidan las bases de experiencias y
leyes donde se recoge la cosecha del sentir ciudadano. A las calles
no se les traiciona, por el contrario, ella es escenario de todas
las vivencias cotidianas que hacen posible nuestras nacionalidad.
Nuestras
calles, que pertenecen a la obra de la revolución, que le pertenece
a usted y a nosotros, no pueden ser traicionadas. Por eso, en este
momento, en esta hora aquellos que son impulsados a la sinrazón
deben saber.. Ya conocen, que para la Revolución el toque de clarín
en la calles nos anuncia que por fin, para librarnos de tanta lacra,
llegó la hora de los mameyes.