lunes, 26 de noviembre de 2012

Periodistas a la diestra de dios padre



Durante mis primeros días de hospitalización forzosa me entusiasmó la idea de escribir el mejor reportaje de mi vida. Deben imaginarlo, Quirófamos, cirujanos, trajedias humanas. En fin.

Sin embargo quien dijo que desde la cama de un hospital algún escritor produjo una obra cumbre, es mentira. Nadie con una benzatínica en una nalga tiene espuelas para alguna inspiración literaria. Dígamelo a mi.

Todo periodista siempre piensa que su mejor reportaje está por llegar. Pueden pasar años y a lo sumo lo que llega es la jubilación. Oportunidad que no llega o que no supo aprovechar. Igual que las solteronas esperando al príncipe azul. Con la diferencia que el príncipe azul es una quimera y el mejor reportaje igual.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Los quince de Florita



No es menos cierto que para las familias hoy resulta un dolor de cabeza, tenga o no recursos económicos, celebrarle una fiesta de quince a la jovencita de la casa. Estos cumpleaños se han convertido en un problema social contemporáneo, porque como la moda, va cobrando por momento diferentes significados.

¿Aquién no le gusta celebrar su cumpleaños? Y más cuando se está en plena juventud.
Hoy cuando tienes una hija no es extraño que alguien que te diga;
“!Prepárate, lo que te espera con los quince, es mucho!”.

Y no dejan de tener razón, porque por estos tiempos ese onomástico se ha convertido para cualquier familia en una gran dificultad, olvidando todos, antes de los preparativos del cumpleaños, que lo primero es la comunicación entre la que va a cumplir sus quince y la propia familia.

El poder de la voluntad

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Según el plan indicado por el médico fisiatra, durante diez días debí asistir a la Sala de Rehabilitación aledaña a mi policlínico, para atenderme un espolón calcáneo. Y fue allí, donde conocí a esta muchacha, ágil, menudita y muy diestra en su profesión.

Una de esas mañanas cuando esperaba para el tratamiento, otra de las especialistas, le solicitó que me atendiera para la aplicación del láser. No recuerdo como me di cuenta de que esta muchacha era ciega y entonces para corroborarlo le pregunté si no veía, a lo que contestó afirmativamente pero que no tuviera miedo.