A
Alfredo Sarduy lo conocí en un momento realmente difícil.
Al
anochecer de un día a mediados de septiembre de 1957 llegó a mi
casa Carmen Tejeiro López, miembro que era de Resistencia Cívica,
para decirme que era necesario buscarle una casa de seguridad a dos
compañeros “quemados” y eso debía ser esa misma noche.
Por esos meses teníamos previsto como refugio el edificio de dos plantas que se encuentra en la Avenida de Los Mártires no. 61 esquina a Emiliano Agüero Varona, frente al Hotel Residencial, en el reparto La Vigía. Era una inmensa casa con numerosas habitaciones algunas de las cuales se alquilaban de común a jóvenes estudiantes del Instituto de Segunda Enseñanza o la Escuela de Comercio que residían fuera de la ciudad, por lo que la entrada y salida de jóvenes del lugar a diferentes horas del día era común. Todo estaba ocupado a excepción de una aislada habitación situada en la azotea del inmueble. Anunciada la visita todo se preparo para la recepción, incluso el acostumbrado chequeo del entorno.
Por esos meses teníamos previsto como refugio el edificio de dos plantas que se encuentra en la Avenida de Los Mártires no. 61 esquina a Emiliano Agüero Varona, frente al Hotel Residencial, en el reparto La Vigía. Era una inmensa casa con numerosas habitaciones algunas de las cuales se alquilaban de común a jóvenes estudiantes del Instituto de Segunda Enseñanza o la Escuela de Comercio que residían fuera de la ciudad, por lo que la entrada y salida de jóvenes del lugar a diferentes horas del día era común. Todo estaba ocupado a excepción de una aislada habitación situada en la azotea del inmueble. Anunciada la visita todo se preparo para la recepción, incluso el acostumbrado chequeo del entorno.