Por supuesto que nunca me he creído parte
de los caballeros de la mesa redonda del rey Arturo, pero estoy hecho
y aun soy capaz de cosas tan poco comunes por estos días como decir
gracias, dar los buenos días y pedir permiso.
Confieso que en esa cuerda soy duro conmigo
mismo, pues nunca jamas he colado a nadie en una cola por muy
pariente que sea y mucho menos me he colado a la cara en uno de esos
empuja – empuja.
En las guaguas doy con agrado el puesto a
otras persona necesitada y ni se diga de ayudar a alguien a cruzar la
calle, encaminar una dirección u orientarse en la ciudad.
Protejo a los animales, no obstruyo las
aceras, no camino sobre el césped, mis equipos de audio suenan a
decible para mi disfrute y no para toda la cuadra.