Tuve la suerte de nacer en una época en que el
viandante por diez pesos te vendía todos los mangos de su
carretilla, incluyendo la carretilla. Hoy es común el aquello de;
!Vaya, tres mangos por diez pesos!; !Aprovecha que se acaban,
aguacate a quince!, sin olvidar el doloso pregón de !La papa...la
papa ..la papa!, en una espiral de precios que nos desfleca los
bolsillos y catapulta opiniones hacia espacios que en verdad nadie
sabe como van a terminar.
Funcionarios que se supone deben chequear,
controlar y supervisar precios y licencias y dejan mucho que desear
en sus tareas; puede que a propósito, puede que a despropósito,
pero hace mucho chapoteamos en el igual circulo inoperante a la vista
de una población cada vez mas agotada en sus reclamos.
A pesar de estas buenas intenciones de chequeos,
acuerdos y declaraciones, el seguimiento y atención a este problema
tan vital hoy como el tratar de bajar de las nubes el plato de comida
de cada día, sigue resbalando en el mismo trillo sin concretar el
aterrizaje.