miércoles, 21 de agosto de 2019

Ventarrones de la churricultura



Por supuesto que nunca me he creído parte de los caballeros de la mesa redonda del rey Arturo, pero estoy hecho y aun soy capaz de cosas tan poco comunes por estos días como decir gracias, dar los buenos días y pedir permiso.
Confieso que en esa cuerda soy duro conmigo mismo, pues nunca jamas he colado a nadie en una cola por muy pariente que sea y mucho menos me he colado a la cara en uno de esos empuja – empuja.
En las guaguas doy con agrado el puesto a otras persona necesitada y ni se diga de ayudar a alguien a cruzar la calle, encaminar una dirección u orientarse en la ciudad.
Protejo a los animales, no obstruyo las aceras, no camino sobre el césped, mis equipos de audio suenan a decible para mi disfrute y no para toda la cuadra. 
 
Sin embargo no dejo de advertir por lo general que no pocas personas me miren como si acabara de aterrizar en un Ovni. O hubiera transitado de uno a otro siglo a través de la maquina del tiempo. Incluso advierto que hay madres que me miran como si yo fuera un mal ejemplo para sus hijos. Con el aquello de “!Y ni se te ocurra darle el puesto a nadie en la guagua”! o ”!Será muy bonito y todo pero eso de creer en la igualdad de las mujeres es de maricas”. “Qué es eso de dar las gracias?, los hombres hombres no dan las gracias.”
Hace poco un colega se quejaba de una habitual desatención de las empleadas de una tienda a donde fue para adquirir cierto producto. Llegó en mala hora pues las trabajadores estaban enfrascadas en contarse la novela de la TV. Y él, el pobre, quiso interrumpir la cháchara solo para que le dijera que si estaba apurado fuera a otra parte. En qué mundo estamos? Me preguntó. Caramba, deberías de saberlo. Estamos en la época de la cultura de la churricultura.
Ejemplos mas que sobrados en las letras ofensivas de la música “popular”, en los escándalos públicos de cualquier alto parlante, en el irrespeto a la mujer que pasa por nuestro lado, en la bofetada de la palabra soez, en el escamoteo de precios (a pesar de todo), en la burla a cualquier llamada de atención, en la ostentación del que va y viene, en la vivienda construida a contrapelo de las normas urbanas, en la imputabilidad ciudadana, en la desatención en los servicios publico, en justificaciones absurdas…………
Este choteo a la criolla de nuestra identidad, este irrespeto a normas de conducta no pueden ser el espejo de nuestra sociedad contemporánea ni la muestra de la carga de tensiones con las que vivimos. Por peores épocas transitamos y en ellas el cubano se mantuvo aferrado a su identidad como tabla de salvación. Hoy no podemos ser menos. No creo que estemos en una crisis de valores pero si en un peligroso proceso de desfachatez donde familia y escuela deben levantar la guardia que se ha dejado a la espontaneidad.
Mientras, eme aquí como miembro de esta cofradía de caballeros andantes en busca de escuderos capaces de enderezar entuertos con la sonrisa de un saludo, de la cortesía necesaria, no somos pocos, pero no los suficientes para hacer frente este ventarrón sin rumbo que esperamos transitorio arrastrando las deformaciones ciudadanas de la churricultura hacia el mundo del nunca jamas

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