Supongo
que me sucedió lo mismo que cuando a Newton le cayó una manzana en
la cabeza para darle la oportunidad de descubrir los elementos de La
Ley de la Gravedad.
A
mi no me cayó una manzana en la cabeza pero casi me arrolla un
bicitaxi.
Viene
el hombre embalado ensimismado en un reguetón de lo peorcito
escuchado. Yo que voy a cruzar mirando para el lado de la calle por
donde se supone (error fatal) que debe venir el tránsito, pero él,
con esa tipicidad que caracteriza a algunos de su gremio rodaba desde
el otro lado. El frenazo. El susto. El salto hacia la acera. Alguien
le grito “!Animal!”Y como si con él no fuera. “!Hay
quemirapatóaparte!”. Ladró y siguió en su pedaleo calle
abajo llevándose de paso los efluvios de su musicosa.