lunes, 22 de julio de 2013

Y ahora voy a escribir un tango



Supongo que me sucedió lo mismo que cuando a Newton le cayó una manzana en la cabeza para darle la oportunidad de descubrir los elementos de La Ley de la Gravedad.
A mi no me cayó una manzana en la cabeza pero casi me arrolla un bicitaxi. 
 
Viene el hombre embalado ensimismado en un reguetón de lo peorcito escuchado. Yo que voy a cruzar mirando para el lado de la calle por donde se supone (error fatal) que debe venir el tránsito, pero él, con esa tipicidad que caracteriza a algunos de su gremio rodaba desde el otro lado. El frenazo. El susto. El salto hacia la acera. Alguien le grito “!Animal!”Y como si con él no fuera. “!Hay quemirapatóaparte!”. Ladró y siguió en su pedaleo calle abajo llevándose de paso los efluvios de su musicosa.
 
Entonces me dije, voy a escribir un tango.
Fue como una inspiración divina. Como cuando lo de Newton.
Qué Gardel ni qué Cristina Kissnech con su acento tan porteño, lo mio va a ser un tango criollo con todos los condimentos que debe llevar un tango. ¿No existe acaso en la churricultura criolla la música fusión? Lo digo porque si Chucho Valdés liga el jazz con el flamenco y los ritmos comanches, porqué yo no voy a inventar mi musiquita. Por eso ustedes verán ahora el tango fusión en su raíz suburbana. 
 Es cierto que no tengo idea de como se toca un bandoneón, pero tal vez un güiro y un timbal me sirvan para darle cuero al aire dramático de la melodía.
Entonces me puse a pensar como redondear la idea porque la receta ya la tenia.
Veamos, ¿Cuál es el escenario de un tango?. Primero una pebeta maleva y arrabalera, luego el gil que espera a la bacana que ríe y canta, o el otario con el mate lleno de infelices ilusiones. No puede faltar la traición de la mina con el orlaco embozado para cabecear la garúa de la madrugada. Y la daga en la entretela para voltear la vida malamba que le tocó en el quimbo lunfardo. El compadrito de andar canyengue que le quita el pan a la vieja, el pibe piantao en el yerbasal a la mandolina con el padre en cana ..... he ahí la cosa.
¿Cuál es el escenario de nuestros más atractivos vídeo clicks, lo que promociona nuestra música popular y exporta la curtura nacional como si fuera lo único que merece destaque?. Bueno, ¿Para qué explicarlo?. Ustedes lo han visto. Desde las irreconciliables letras de las canciones hasta el ripierismo de estrafalarios personajes irrespetuosos en el bullón de oferta demanda y favores recibidos, o por recibir, en el entrejuego de mecanismos que hace estrellas (o estrellados) a quienes a uno sorprende la capacidad de cara dura de algunos para tomar un micrófono y titularse cantantes, o lo que es peor, cantautores.
Miren una muestra de lo que se nos repite y nos suministran algunos programas “juveniles”, lo que por supuesto, dicen, se hace con toda la intensión de mejorar la educación de nuestro pueblo, cuando en realidad se han dedicado a deformar, a propósito o no, educación y cultura.

Pues tenemos en vídeos y música la timba del solar, la greña del bárbaro descamisado, la vieja desdentada asomada al balcón de la cuartería, los niños descalzos saltando sobre charcos de agua, el negro guaposo miembro de la ANCI a juzgar por los los espejuelos oscuros, el blanquito desarrapado y sin camisa para mostrar su síndrome de pancarta dispersa en tatuajes y la jevita jinetera meciéndose lúbricamente, la botella de ron para santiguarse y el dominó de la bronca final y todo eso utilizando lo mejor de nuestro idioma para lo de la identidad, con el repetido estribillo de “!Manos párriba! .... Lo que sin dudas es un genial aporte a la música contemporánea.
Ya tengo algo escrito aprovechando que el tango por su ritmo nostálgico tiene como pariente más cercano a la habanera cubana, (¿Quién lo diría?). Lo bueno de éste que estoy tallando es que se puede cantar a ritmo de milonga o con el traqueteo del rap.
Atiendan acá.
Era una grilla mistonga/ retrechera y de gran brillo,/ nacida en la cuartería/ callejón San Anoncillo. (No existe el callejón San Anoncillo, pero es para que pegue. Eso a la gente no le interesa, lo esencial es que tenga ritmo y coloratura)
“Metida estaba la nena/ con un tipo del bulín,/ gran bacán pa el magin/ Vago por naturaleza,/ y cuentero e profesión.
En la otra esquina del barrio,/ la nena se había encuerao/ con un socio bien parao/ y una noche silenciosa/ se rajó media abombada,/ piantando muy apurada/ del barrio donde nació.
“Al nuevo socio cuadro/ ponerle el apartamento,/ que fuera cerca del centro,/ atrayéndola pá la acción,/ en una pieza butin / en un cuarto de pensión”
Bueno, por ahí va la obra, ahora me falta añadir la traición maleva de la pelandruja que dejó primero al cuentero y ahora abandonará al joven enamorado por un chino que tiene una hortaliza (me pareció mejor que tuviera una hortaliza y no que vendiera maní)
Después no sé si convertirla en un cascajo de la mala vida o hacerla renvindiacar, regresando al bulín de la cuartería debido a los consejos de una trabajadora social. (Eso podría darle un cierto mensaje político a la obra).
Ya veremos.


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