miércoles, 29 de junio de 2016

Un memorial para Las Tres Banderas



Las Tres Banderas ya no existe. Se desplomó con todos sus inframundos de ecos y sombras varados en aquella desesperanza burladora de la repetida historia de que a lo mejor para el año que viene....
 A Las Tres Banderas se entraba como quien llegaba a la ultima estación de la vida. Los perdedores y los desamparados. Para quienes no existía un mas allá cualquiera que fuera el vendaval de miseria que les tocara enfrentar. En ese puerto oscuro se subía por una estrecha, oscura y maloliente escalera que conducía recto a un infierno de miserias y hambre compartida, marisma donde muchos fondearon para siempre mientras que a otros los disperso la vida sabe dios hacia que calle,que presidio o que tumba.
 
La cuartería Las Tres Banderas comenzó a construirse en la década del 1920 a propósito de la expansión del ferroviaria de Cuba. Sobre la planta alta de grandes almacenes de víveres se edificaron tres baterías de 20 cuartos cada una con un espacio de letrinas comunales al fondo y algunos lavaderos intercalados. Los almacenes, situados en la calle Francisquito esquina a Jesús María, se abrían frente a la zona de carga del ferrocarril, Ese tramo de calle, extendida de Avellaneda a Rosario, alineaba en una acera cafetines, fondas y posadas, todo aledaño al inmenso edificio de la cárcel , al otro lado de la calle, en la acera de enfrente, se extendía el anden con su paqueo de camiones y carromatos en una vocinglería que nunca cesaba.
Los cuartos de Tres Banderas estuvieron destinados en principio a hombres solos, con una gran mayoría de españoles y antillanos, donde por cuarenta centavos por noche y con una bombilla eléctrica, pudieran descansar. Con el tiempo comenzaron a ingresar familias, muchas tratando de escapar de la miseria del campo y otras perdidas en nuestras propias calles.
Para los años de 1940 el gobierno de la ciudad elimino la zona de prostitución de la calle de La Gloria y San Serapio y traslado la llamada “zona de tolerancia” hacia Progreso, que es la situada al fondo y paralela a Francisquito. tras la cárcel, Las casas de prostitución de todas las categorías se extendieron como la verdolaga y envolvieron el entorno en una babel de prostitutas, proxenetas, policías, vagabundos, busca vidas. Postal viva de una república de democrática y desesperada que sumo a niños y jóvenes superviviendo a la buena ventura educados a los acordes de traganikeles y tánganas solariegas, donde en el mejor de los casos se concluida en la estación de policía y no en la morgue del hospital civil. Para esa época la gente ya no daba fondo.
Entonces una vez, cuando la vida dentro y fuera de la vida de Las Tres Banderas comenzó a cambiar y se hallaron formas del mejor vivir, la cuartería comenzó a quedar desierta. Hubo no solo esperanzas, sino también realidades de trabajo, escuelas y casas nuevas. La gente de Las Tres Banderas se sintió gente.
Vinieron otras historias. Capítulos de olvido o insensibilidad, pero ya no hubo nunca esperanzas perdidas. Fue así que sobre ese tránsito un día, ya en solitario, la cuartería secular de Las Tres Banderas se desplomó.
Hace muy poco al cruzar por frente a aquel espacio del que solo quedan cimientos tuve la impresión de que a nuestra ciudad le faltaba una pieza de historia. Vi tanta claridad en ese entorno que era como si le hubiera nacido un costado de sol a Camagüey.
Desconozco qué se hará en ese espacio claro. Un parque o un edificio. Pero pienso que ese es el lugar ideal para colocar en alguna pared una tarja a la memoria de todos aquellos ciudadanos que allí vivieron y murieron en la miseria. Un memorial a lo que fue y del esfuerzo que hacemos para que no vuelva a ser. Y porque no, a todas aquellas personas sin historia que hoy merecen un espacio en la gran historia de nuestra ciudad.

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