De tradición y sin cambio climático de
por medio, los camagüeyanos sabemos que junio es uno de los
principales meses de la temporada de lluvias. No por gusto queda en
la memoria de generaciones aquellos aguachales del 24 con un ajiaco a
medio hacer al paso de intempestivos aguaceros. Aunque en realidad y
para hacer justicia, debemos decir que junio de común es el mes que
menos precipitación aporta en el periodo lluvioso.
Si revisamos crónicas, reconoceremos que
los orígenes de las fiestas del San Juan fueron precisamente estos
temporales que duraban días y que obligaba a los peones y
hacendados, dicen, esperar una mejoría del tiempo junto a sus
corrales de ganado donde, a falta de hacer otra cosa, improvisaban
fiestas y comidas colectivas que con el tiempo se extendieron y
cambiaron de ritmo, color y nacencia. O sea que como el San Juan fue
el resultado de los aguaceros de junio, por siglos generaciones de
lugareños han compartido con ellos. A pesar de esto, que siempre
parece que nos agarran por sorpresa.
Para este año, si bien el día del ajiaco
se fue en blanco y aun el 25 hizo una noche magnifica para el primer
paseo, lo que vino luego fue un desquite de San Pedro. quien abrió
lluvias y tormentas celestiales para inscribir en las cronistas
sanjuaneras de los inicios del siglo XXI.
De todas formas la prensa que se ocupa y
preocupa por el San Juan podrá hacer a finales el recuento obligado
con vivencias y anécdotas al estilo tradicional, sin dejar de
reconocer el esfuerzo del Gobierno local por sacar adelante este
comprometido festejo multitudinario en el que intervienen miles de
personas, desde los organizadores al mas humilde de los requintos de
la ultima conga en desfile. En nuestra ciudad, para el San Juan todas
las personas son necesarias. y aunque esta es una fiestas legendaria,
no conozco yo a dos personas que tengan la igual opinión sobre el
tema, validando el aquello de que “cada uno habla de la feria como
le va en ella”.
Hemos tenido, como siempre, este lastre de
luces y sombras del que tanto trabajo nos cuesta sacudirnos. Los
enredos económicos. ocupan demasiado tiempo a los programadores de
una fiesta que necesita agilidad en su ejecución. También nos
lastima el oportunismo callejero, el de los elevados precios de los
productos bajo la engañosa sombrilla de “oferta – demanda”.
Nos golpea el adulterio de las bebidas, el escamoteo del pago de
impuestos, el dejar hacer por quienes deben cuidar el bolsillo a la
economía estatal y al bolsillo del ciudadano.
En esencia el San Juan, que es la mas
importante fiestas de la provincia, no es un espacio solo para el
divertimento. Ni siquiera es parte de nuestra la tradicional forma de
recibir el verano y el periodo especial de vacaciones, el San Juan,
en todos los tiempos, y mas aun en este, es un tema en realidad
político. Ha sido siempre y es, el termómetro que permite medir la
eficiencia estatal, la satisfacción ciudadana, el recurso económico
y la disposición de la comunidad para expresa su estado de animo.
Hace unas hora, un artistas del humor
llegado a nuestra ciudad para participar en la programación, decía,
al opinar sobre este San Juan, “que
no conocía en Cuba otro pueblo como este, pues en Camagüey todo
fluye”. Que nunca parecería
que hay problemas, contratiempos, fallas, pesimismo o no se puede. Y
lo dijo porque al final las cosas salían. Se daban Y todos
contentos.
El público presente se rió muchísimo de
aquella ocurrencia, a pesar de que sabíamos que lo dicho es
realidad. En definitiva nosotros sabemos que todo nos sale a pesar de
algunos que piensan bien, pero tarde. Sucede que no acabamos de
concebir en esta constante necesidad de hacer lo mas urgente primero
dejando a un lado lo más importante, que el San Juan necesita la
necesaria prioridad para con tiempo y distancia pensarlo temprano
para que salga mejor
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