jueves, 26 de octubre de 2017

Hace poco un amigo me dijo…



Hace poco un amigo, sarcástico por cierto, me dijo que en lo actual tal parece que un cantero de hortalizas da más dinero que un central azucarero. Sacaba cuentas de los precios que en lo actual nos quitan la respiración y desfondan los bolsillos a pesar de las reiteradas advertencias y acciones estatales que a las diez de últimas y con total irrespeto se diluyen en la nada.
Los Órganos del Poder Popular diseñados para chequear y exigir el cumplimiento de la legalidad no acaban de aterrizar, y aunque la Comisión Permanente de Defensa, Legalidad y Orden Interior en el municipio Camagüey coloca por delante sus mejores oficios, lo cierto es que acá en el vecindario afectan insuficiencias organizativas y como bien señalan en un documento presentado a la Asamblea Municipal, persisten fisuras en el tratamiento comunitario como resultado de un deficiente trabajo preventivo de las instituciones a cargo. En realidad, donde esta el pollo del arroz con pollo es en el barrio, que es el sector mas sufrido ante las carencias y la bolsa negra de este inframundo de latrocinio, especulación e ilegalidades que corroe casi siempre la sociedad mas necesitada.
 
Me resisto a creer que el cubano de a pie se haya aclimatado a la continua ocurrencias de delitos económicos que se suceden a la vista pública. A la venta descarada de artículos de dudosa procedencia. A sobre precios escandalosos. A la estafa en pesos y medidas como la cosa mas natural del mundo. En verdad no estamos adaptados a ese oscuro comercio y aunque siempre nos resistimos, sucede es que por lo general ni el reclamo ni la protesta sirven de nada para la actuación inmediata. No es que una autoridad deba estar al lado de cada vendedor, el caso está en que ese vendedor tenga la conciencia que cualquier burla a la ley le va a acarrear una muy seria sanción. Pero ese equilibrio de honradez se ha perdido y como la corrupción tiene determinados niveles organizativos quien debe exigir también perdió lo perdido.
Ricos de nuevo tipo asaltan la sociedad cabalgando sobre falsificaciones de documentos, malversaciones y estafas corrompiendo el entorno y arrastrando con ellos a funcionarios de cualquier nivel. La impunidad parece haber generado un estatus de prepotencia y exhibicionismo de bienes materiales que lastima a una comunidad que sabe como estos bienes, incluyendo mansiones millonarias, proceden de re juegos ilícitos. Por supuesto que en esta nomina se extiende a fábricas clandestinas de cervezas y refrescos, puntos de venta de aceites, carnes, de cerdo y de res, y una larga lista de ilegalidades a la cuenta de la especulación y el acaparamiento.
Se ha avanzado tanto por ese camino que ya no solamente es necesario, sino urgente, revertir esta situación o nos vamos directo a un humedal del que nos va a hacer difícil salir. No bastan las buenas intensiones ni leyes, ni disposiciones certificadas sobre papel. Es preciso en este momento darle a la sociedad el mazo de la justicia pero sin medias tintas. Es la hora de “desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional”. Pues bien, vamos a la lucha. Pero que conste, aquí no hay retaguardia. Triunfamos o no hay futuro.

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