No
es menos cierto que para las familias hoy resulta un dolor de cabeza,
tenga o no recursos económicos, celebrarle una fiesta de quince a
la jovencita de la casa. Estos
cumpleaños se han convertido en un problema social contemporáneo, porque como la moda, va cobrando por momento
diferentes significados.
¿Aquién
no le gusta celebrar su cumpleaños? Y más cuando se está en plena
juventud.
Hoy
cuando tienes una hija no es extraño que alguien que te diga;
“!Prepárate,
lo que te espera con los quince, es mucho!”.
Y
no dejan de tener razón, porque por estos tiempos ese onomástico se
ha convertido para cualquier familia en una gran dificultad,
olvidando todos, antes de los preparativos del cumpleaños, que lo
primero es la comunicación entre la que va a cumplir sus quince y la
propia familia.
Sucede
que por lo común la muchacha no opina nada, aunque tal vez prefiera
a la gran fiesta, un sencillo regalo, un paseo, un objeto que no
tiene. Pero casi siempre son los padres quienes deciden por ella, e
incluso son capaces de llegar a una “grandilocuencia” social
que los lleva a la ruina.
Fiesta
donde se trata de imitar a aquellas añejas presentaciones de las
damitas hijas de las clases más ricas a la alta sociedad, con
fotógrafos y crónica social en el periódico de la localidad, solo
que, en tiempos como estos, ni siquiera aquellos quince del Tennis
Club o el Liceo cayeron en las poses y los pasos ridículos de hoy en
día.
Pienso
que lo primero es las conversación, el diálogo con la muchacha,
preguntarle qué quiere, qué le gustaría, y a partir de allí
negociar cómo se van a celebrar los quince años, porque incluso,
hay padres que cuando la niña nace abren una cuenta bancaria para
tener algo a la hora del cumpleaños. Sacrificio total donde se
incinera la familia con tal de aparentar lo que no se tiene ni se es.
En
el enfoque de la arista social y según la época en que vivimos,
las cosas han cambiado. Antes se bailaba un vals y hoy vemos que
incluso hay hasta el reguetón. De todo. En eso debemos atemperarnos
porque las etapas van cambiando, la música evoluciona, pero es un
crimen comercializar los sentimientos.
Resulta
que ahora esas fiestas de quince se convierten en un negocio. Ya hay
hasta un equipo masculino preparado para el baile, y que por supuesto
entra en el contrato junto a gangarrias, vestuario, álbunes,
escenografía, maestro de ceremonia, cantantes, gastronomía,
maquillaje, etc. etc.
Imagine
eso, pues sin dudas en ese espacio comercial se rompen las relaciones
de los adolescentes entre sí. La de los amigos con quien se quisiera
compartir, generándose en ocasiones una competencia para ver quién
hace la fiesta más grande. Quién se pone más trajes. Qué niña
adopta las poses más eróticas en la cama o en el baño. Quién se
disfraza mejor de vampiresa, bañista, vaquera, idiota. Cualquier
cosa.
En
mi criterio esa no es la mejor forma de festejar la existencia de una
persona, a veces yo puedo hacer una fiesta con los amigos mas
cercanos . Con compañeros de estudio, con los vecinos, porque si yo
veo que en dos horas la muchacha se está cambiando 40 veces de ropa,
me pregunto, bueno, pero qué disfrute es ese.
Es
bueno llamar la atención y tiene que ver con la comunicación
muchacha - familia de que en cada caso se haga lo que se pueda hacer
racionalmente, porque hay padres que a veces dicen; “Ya salí de
eso, se acabo el martirio, ya me puedo vestir, puedo comer”, porque
se hacen cosas que están más allá de las posibilidades reales y lo
primero es vivir en familia, es poner los pies en la tierra porque
los quince son una noche, una fiesta, una foto, pero la vida
continua y como la contiuamos a veces van muchos invitados que ni
conocen a la quinceañera o faltan amigas que no puede ir porque
entonces viene el otro problema que estamos hoy viviendo. Y no puede
ir la amiga porque no pudo estrenarse un vestido para ir a los
quince. Porque no le compraron la ropa tal o los zapatos de marca
y entonces esa amiga más cercanas no puede compartir.
Reconocemos
que vivimos etapas difíciles, de desigualdad social donde a veces el
que más tiene no es el que más trabaja, por eso creo que es el
momento de conversar con las personas que quieres y celebrar unos
quince sin y esa fastuosidad de hoy, donde hasta se compite para ver
quien gasta más, quién ostenta más. Pero, ¿y después?.
En
el momento de los quince años la juventud se encuentra en el
tránsito de sus estudios, por eso es bueno que esa etapa de la vida
sirva para lindos proyectos de futuro y dejar que el tiempo
transcurra , festejando este y todos los otros años que también
podemos convertir en primavera , que son esos momentos que podemos
hacer eternos cuando estamos alegres con nuestras acciones y con la
felicidad de todos cuantos nos rodean.
Que buen razonamiento, mi amigo, esta es una verdad que debería manifestarse con trompetas, la "figuración" social que muchas veces no tiene nada que ver con la situación familiar, o simplemente porque el tema en cuestión no justifica semejante fastuosidad o gasto que se quema en unas pocas horas de esa noche llena de risas y aparente felicidad, cuando tal estado estriba en otra cosa. Muy bueno, lo repito, cosas que muy pocos se animan a decir, para no pecar de "viejos vinagres", ¡hasta otra!
ResponderEliminarLo peor es que la "burguesía" no celebra de esa forma los 15, pues el que de verdad tiene dinero y quiere hacer esa ridicula fiesta, lo hace con sobriedad y sencillez al menos. Pero no hay nada mas triste que querer aparentar lo que no se tiene, lo que no se es, y lo que no será probablemente nunca.
ResponderEliminarEs cierto, aunque un poco cruel la comparación, ya que ¿quién?, está autorizado para "rascarle" su ilusión a una familia de billetera flaca.
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