viernes, 23 de noviembre de 2012

Los quince de Florita



No es menos cierto que para las familias hoy resulta un dolor de cabeza, tenga o no recursos económicos, celebrarle una fiesta de quince a la jovencita de la casa. Estos cumpleaños se han convertido en un problema social contemporáneo, porque como la moda, va cobrando por momento diferentes significados.

¿Aquién no le gusta celebrar su cumpleaños? Y más cuando se está en plena juventud.
Hoy cuando tienes una hija no es extraño que alguien que te diga;
“!Prepárate, lo que te espera con los quince, es mucho!”.

Y no dejan de tener razón, porque por estos tiempos ese onomástico se ha convertido para cualquier familia en una gran dificultad, olvidando todos, antes de los preparativos del cumpleaños, que lo primero es la comunicación entre la que va a cumplir sus quince y la propia familia.


Sucede que por lo común la muchacha no opina nada, aunque tal vez prefiera a la gran fiesta, un sencillo regalo, un paseo, un objeto que no tiene. Pero casi siempre son los padres quienes deciden por ella, e incluso son capaces de llegar a una “grandilocuencia” social que los lleva a la ruina.

Fiesta donde se trata de imitar a aquellas añejas presentaciones de las damitas hijas de las clases más ricas a la alta sociedad, con fotógrafos y crónica social en el periódico de la localidad, solo que, en tiempos como estos, ni siquiera aquellos quince del Tennis Club o el Liceo cayeron en las poses y los pasos ridículos de hoy en día. 
 
Pienso que lo primero es las conversación, el diálogo con la muchacha, preguntarle qué quiere, qué le gustaría, y a partir de allí negociar cómo se van a celebrar los quince años, porque incluso, hay padres que cuando la niña nace abren una cuenta bancaria para tener algo a la hora del cumpleaños. Sacrificio total donde se incinera la familia con tal de aparentar lo que no se tiene ni se es.

En el enfoque de la arista social y según la época en que vivimos, las cosas han cambiado. Antes se bailaba un vals y hoy vemos que incluso hay hasta el reguetón. De todo. En eso debemos atemperarnos porque las etapas van cambiando, la música evoluciona, pero es un crimen comercializar los sentimientos.

Resulta que ahora esas fiestas de quince se convierten en un negocio. Ya hay hasta un equipo masculino preparado para el baile, y que por supuesto entra en el contrato junto a gangarrias, vestuario, álbunes, escenografía, maestro de ceremonia, cantantes, gastronomía, maquillaje, etc. etc. 

 Imagine eso, pues sin dudas en ese espacio comercial se rompen las relaciones de los adolescentes entre sí. La de los amigos con quien se quisiera compartir, generándose en ocasiones una competencia para ver quién hace la fiesta más grande. Quién se pone más trajes. Qué niña adopta las poses más eróticas en la cama o en el baño. Quién se disfraza mejor de vampiresa, bañista, vaquera, idiota. Cualquier cosa. 
 
En mi criterio esa no es la mejor forma de festejar la existencia de una persona, a veces yo puedo hacer una fiesta con los amigos mas cercanos . Con compañeros de estudio, con los vecinos, porque si yo veo que en dos horas la muchacha se está cambiando 40 veces de ropa, me pregunto, bueno, pero qué disfrute es ese.

Es bueno llamar la atención y tiene que ver con la comunicación muchacha - familia de que en cada caso se haga lo que se pueda hacer racionalmente, porque hay padres que a veces dicen; “Ya salí de eso, se acabo el martirio, ya me puedo vestir, puedo comer”, porque se hacen cosas que están más allá de las posibilidades reales y lo primero es vivir en familia, es poner los pies en la tierra porque los quince son una noche, una fiesta, una foto, pero la vida continua y como la contiuamos a veces van muchos invitados que ni conocen a la quinceañera o faltan amigas que no puede ir porque entonces viene el otro problema que estamos hoy viviendo. Y no puede ir la amiga porque no pudo estrenarse un vestido para ir a los quince. Porque no le compraron la ropa tal o los zapatos de marca y entonces esa amiga más cercanas no puede compartir. 
 
Reconocemos que vivimos etapas difíciles, de desigualdad social donde a veces el que más tiene no es el que más trabaja, por eso creo que es el momento de conversar con las personas que quieres y celebrar unos quince sin y esa fastuosidad de hoy, donde hasta se compite para ver quien gasta más, quién ostenta más. Pero, ¿y después?. 
 
En el momento de los quince años la juventud se encuentra en el tránsito de sus estudios, por eso es bueno que esa etapa de la vida sirva para lindos proyectos de futuro y dejar que el tiempo transcurra , festejando este y todos los otros años que también podemos convertir en primavera , que son esos momentos que podemos hacer eternos cuando estamos alegres con nuestras acciones y con la felicidad de todos cuantos nos rodean.

3 comentarios:

  1. Que buen razonamiento, mi amigo, esta es una verdad que debería manifestarse con trompetas, la "figuración" social que muchas veces no tiene nada que ver con la situación familiar, o simplemente porque el tema en cuestión no justifica semejante fastuosidad o gasto que se quema en unas pocas horas de esa noche llena de risas y aparente felicidad, cuando tal estado estriba en otra cosa. Muy bueno, lo repito, cosas que muy pocos se animan a decir, para no pecar de "viejos vinagres", ¡hasta otra!

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  2. Lo peor es que la "burguesía" no celebra de esa forma los 15, pues el que de verdad tiene dinero y quiere hacer esa ridicula fiesta, lo hace con sobriedad y sencillez al menos. Pero no hay nada mas triste que querer aparentar lo que no se tiene, lo que no se es, y lo que no será probablemente nunca.

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  3. Es cierto, aunque un poco cruel la comparación, ya que ¿quién?, está autorizado para "rascarle" su ilusión a una familia de billetera flaca.

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