lunes, 26 de noviembre de 2012

Periodistas a la diestra de dios padre



Durante mis primeros días de hospitalización forzosa me entusiasmó la idea de escribir el mejor reportaje de mi vida. Deben imaginarlo, Quirófamos, cirujanos, trajedias humanas. En fin.

Sin embargo quien dijo que desde la cama de un hospital algún escritor produjo una obra cumbre, es mentira. Nadie con una benzatínica en una nalga tiene espuelas para alguna inspiración literaria. Dígamelo a mi.

Todo periodista siempre piensa que su mejor reportaje está por llegar. Pueden pasar años y a lo sumo lo que llega es la jubilación. Oportunidad que no llega o que no supo aprovechar. Igual que las solteronas esperando al príncipe azul. Con la diferencia que el príncipe azul es una quimera y el mejor reportaje igual.


Todos los periodistas recién estrenados creen que alguna vez llegarán corriendo a la redacción con la noticia de ultima hora capaz de ocupar la primera página del diario. Esa historia solo existe en las novelas policíacas y en las películas de Al Capone. 
 
La época romántica de las redacciones con ceniceros llenos de colillas y termos de café en todos las mesas de trabajo es no existe mas. De cuando las cuartillas para la edición inmediata se entregaban a la media noche y de madrugada se reunían entorno a la rotativa para tener el primer ejemplar húmedo de tinta y luego irse a la tertulia del café de la esquina. Ahora se sabe con una semana de anticipación lo que se va a publicar y eso mató el brillo del periodismo. 
 Ahora las redacciones son salas acepticas. Climatizadas. Con horario de burocráticas oficinas. Cuando llegó la planificación se asesinó al periodismo de capa y espada. Por eso es que hay tantos colegas caminando de puntillas sobre pavimento resbaladizo.

Al periodista le bastaba antes un blog de notas y un lápiz. Lo demás lo ponía la profesión. Con eso se llenaban decenas de páginas diarias en los periódicos y horas en la radio. Hoy para hacer lo mismo se necesita grabadora, teléfono digital y los recursos de las redes sociales. Recursos muchas veces utilizados para satisfacer el ego personal, intercambiar saludos, recetas de cocina y de vez en cuando alguna información que valga la pena. No creo que ese sea el periodismo tecnológico del que se habla.

Si en algo siempre hemos coincidido los periodistas es en que nuestro salario es bajo y en que la profesión no se hace a la sombra de las oficinas ni en las antesalas. Ni siquiera a la dietra de dios padre.

En nuestra profesión si el aula es lo máximo en la teoría, la calle es la cátedra de la vida. Un periodista puede tener todos los títulos universitarios que quiera, pero si no ha correteado la calle será siempre un aguacate sin semilla.

Un prestigioso colega escribio que la calle era el monstruo moderno. Y frente a ese monstruo donde se empinan o naufragan mesquindades, sacrificios, mentiras, verdades,heroicidades, amores y noblezas se curte el periodista. No hay otra alterrnativa si se quiere llevar con dignididad una profesión pocas veces retribuída con títulos honoríficos, y si casi siempre con desengaños, sinsabores, pasiones, desvelos y con cientos de lanzas rotas frente a los iguales molinos de viento. 
 
Por una razón que aun no he desentrañado, la única profesión donde todo el mundo se cree con derecho a meter las manos es en el periodismo. Usted no le dice a un ingeniero como levantar un puente, pero si le dice al periodista como debería escribir las cosas.


Los cubanos tenemos diferentes criterios pero en lo único en que estamos de acuerdo es en opinar sobre pelota, en creer que la isla es de corcho y en tener palanqueado siempre un artículo periodístico para decirte las cuatro cosas a cualquiera, como si decir las cuatro cosas a cualquiera fuera tan fácil.

1 comentario:

  1. Reflexión de buen calibre, amigo, una vez me pasó estar internado y como no quise que publicaran una historia repetida en la contratapa que yo escribí por 15 años en un semanario de mi ciudad, me propuse hacerlo desde la cama del sanatorio. Y para no sacar nada inventado de mi mente, cosa que hice muchas veces, llamé a una mucama que nos atendía, muy amable la muchacha de mediana edad. Resultó ser un artículo lleno de cosas que no hubiera imaginado, como que tiene dos hijos médicos y eso colmó la satisfacción de la tarea cumplida. Personalmente creo que las mejores historias son todas y cada una a su momento. Saludos y felicitaciones por tus cosas.

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