miércoles, 19 de diciembre de 2012

También se trata de deambulantes en Cuba


Me dicen El Mejicano. Ha de ser por lo prieto porque lo que es yo ni siquiera canto. No me meto con nadie pero anoche me robaron los zapatos y un cubo. Con el cubo me gano la vida limpiando carros. Bebo porque me gusta y me gusta esta vida. Yo no estoy para eso de que me estén mandando. Tengo chequera y casa pero no tengo familia ni a nadie.

El Mejicano me ha dicho su nombre completo. Puede tener cincuenta o setenta años pero a estas alturas es difícil definir. Esta sentado en una escalinata a la sombra del murallón del convento de La Merced en compañía de otras tres personas y por lo que se ve, por lo que hablan y gesticulan, parece que no se ponen de acuerdo en algo. 


 El caso es que anoche al Mejicano lo facharon y uno de sus amigos le aconseja para que vea cson la gente que se está juntando. El Mejicano es noble y piensa que no han sido sus mas recientes conocidos sino algún otro jodedor. Mientras hablan se pasan un pomo plástico con algo de vino seco mezclado con otro liquido que ni me atrevo a preguntar qué es.

Pérez Pérez, quien dice que es su apellido, parece ser el líder del grupo.Es el más joven y le acompaña su mujer. Me la presenta. La negra ¿jóven? tiene los ojos nublados. Solo me mira y sonríe con inocentona idiotez. 
 
Son las diez de la mañana. Aquí amanecieron. La vida los une o los dispersa. No recuedan de dónde vinieron ni saben a dónde irán. O cuándo van a comer. O cómo obtener dinero para comprar más bebida. Solo les mueve el trotar como sombras por todas las calles de la ciudad que se los traga en cada esquina.

La gente hace cosas
Aunque en lo básico son muy sociables, uno se da cuenta que entre ellos se dividen. De la parte de allá El Mejicano que aunque tiene vivienda y pensión económica mantiene una conducta ambulante por varios días solo o con el grupo y luego regresa a la casa. Del otro lado Pérez Pérez y su mujer,que viven en la calle y no hay regreso a ningún lado. 
 
Perro manso es un negro viejo que viene de Matanzas, me dice. Arrastra un saco de nylon lleno de latas vacías de refrescos y cervezas. Tiene la ropa en girones y le falta un zapato, pero no parece haberse dado cuenta. Por ese saco a Perro Manso le van a dar un poco de dinero y con eso tiene asegurado una buena dosis de alcohol. Eso es muy importante para él. Anoche durmió en un portal y la noche anterior en una estación de trenes.  No recuerda como llegó a Camagüey y hoy está a la sombra de la mata de mango.

La mata de mango es la catedral de su gremio. Es un rincón arbolado en la avenida Fínlay a la vera de un viejo ramal ferroviario. El lugar es discreto, alejado de las viviendas y de los malos ojos. Hay varios pedruscos a modo de asientos y en medio los restos de una fogata; ni sé por donde andarán las ollas. Aquí me junto con los socios, dice, cuando hay ganas cocinamos y comemos. Somos gente decente. La gente decente que espera Perro Manso está asechando las puertas de la cercana fábrica de vinagre esperando la venta de vino seco.

 Una decisión personal
La Dra. Yohany Chirino Fernández, Jefa de la Sección de Salud Mental y Abuso de Sustancias, del Ministerio de Salud Publica, tiene larga experiencia en el tema. El alcoholismo es una enfermedad y su recuperación, como toda enfermedad, depende de la decisión de la personas, dice, o sea, no es el caso de coger a alguien y decirle, usted tiene que rehabilitarse. A la corta o a la larga ese tipo de curación no va a funcionar. 
  
Lo seguro es que el deambulante  es evitable si se previene el alcoholismo, pero aunque en muchas oportunidades el programa de rehabilitación logra sus propósitos, algunas de esas personas que salen del Hospital Psiquiátrico y luego se incorporan a los Centros Comunitarios de Salud Mental, no encuentran en el retorno sus hogares la acogida familiar y el respaldo para dar solución a casos de viviendas, abandono y desamparo.

Llegado a este punto concluimos conque Salud Pública no es el único organismo a cargo del sistema de prevención, en primer lugar la atención al vagabundo está concebida en el Programa de Prevención y Tratamiento de Adiciones, a través del Departamento de Adulto Mayor, Asistencia Social y Abuso de Sustancias, y junto a el se implican numerosos organismos cada un con su cuota bien definida de responsabilidades, entre estos, el Ministerio del Interior y el Gobierno Local.

Esas personas que duermen  la calle se han recogido muchas veces para ser llevadas a los centrosa hospitalarios de la ciudad, allí se etrevistan para copnocer su situación y se les  evalua desde el punto de vista médico y sicológico, relata la Dra. Chirino. Los identificados con patología psiquiátrica descompensadas ingresan en el Hospital Psiquiátrico Dr. René Vallejo Ortiz, donde se han habilitado varias camas para la clasificación, caracterización y tratamiento.

 Por otra parte, los que por su edad y características cumplen los requizitos, se les ingresa en el Hogar de Ancianos. Los demás se llevan personalmente a la familia. En ese grupo siempre va un miembro del Ministerio del Interior y de la Fiscalia. Pero entonces puede pasar que a la vuelta de un mes ya esa persona está otra vez en el mismo lugar, con la misma gente, haciendo lo mismo.

Por otra parte, cada Distrito del Municipio Camagüey, cuenta con un Centro Comunitario de Salud Mental, donde se le brinda atención a los pacientes con problemas relacionados con el alcohol, incluyendo consultas con el especialista en el tema y la incorporación del paciente al programa de rehabilitación Comunitaria y del Grupo de Control Clínico, tanto para pacientes como para familiares de que deseen participar.

Revisando los documentos de la Sección de Salud Mental observamos que aunque casi todos los deambulantes son mayores de 50 años, existe una tendencia a la disminución de esa edad, o sea, que el alcoholismo se va incrementando con adictos cada vez más jóvenes. 

Personajes de la calle
Antonio Echemendía Hernández tiene 52 años. Sufre de equizofrenia paranóica y tiene un tratamiento de por vida. El alguna oportunidad cayó preso por  falsificar recertas médicas, cumplio su sanción pero regresó a la calle otra vez como deambulante  Estaba sucio, barbudo. Andaba con un palo para defenderme y siempre buscando alcohol. Ya no daba más. Entonces un día fui a un médico  en el Popliclínico Centro  y dije que quería curarme. Desde allí comenzó mi cura.

Antes vivía con mucha gente en la casa, pero al final la familia me abandonó y quedé solo . Ahora mi gran familia son los vecinos porque me cuidan y atienden. Esas cosas no se olvidan.Trabajo en el taller de adornos florales del Sector de Comunales como parte de la terapia ocupacional haciendo cosas muy bonitas. A mucha gente le debo como me han encaminado la vida.
Fotos, Orlando Durán Hernández

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