martes, 22 de octubre de 2013

Hara kiri a la criolla.



Hace poco vi por la televisión la película Hara Kiri, clásico del cine japonés de la autoría de Masaki Kabayashi, premio especial del festival de Cannes 1963. En esa época aquella película fue una revelación en la avalancha de filmes de samurais, kendos, katanas y ninjas que invadió nuestro país, con Toshiro Mifume a la cabeza. 
 
Pero ese cine no solo nos enseñó la turbulenta historia feudal del Japón milenario, sino que nos dejó de golilla el vocablo hara kiri como santo y seña del honor lavado con sangre.


Póngámonos en situación. Por los iguales motivos por los que un argentino hubiera escrito un tango o un criollo formado una bronca de solar, no había samurai, shogun o funcionario público que no fuera capaz, para reinvindicar la honra perdida, la palabra empeñada, el error cometido o el honor comprometido que en ceremonia pública o privada, y como la cosa más natural del mundo, quedarse definitivamente muerto con un sencillo corte de su pequeña espada 
 
Por lo que sé, imagino que el país que más aporte hizo al hara kiri, aparte de Japón, fue Cuba, sumándole acá modernas técnica por cierto, menos sangrientas pero más substanciosas, incluyendo escenas de actuación que ya hubiera querido Vicente Revuelta para un día de fiesta.

El drama comienza cuando al samurai funcionario le avisan de que en la próxima reunión del shogun le van a moler los huesos.

Riptus amargo. Cara de preocupación extrema. Pide la palabra y saca la espada para vindicar la metedura de pata.

Compañeros, comienza diciendo, tengo que reconocer que fallé. He cometido errores (movimiento lateral de esquiva) . De verdad, por mi madre (movimiento maestro de bandoneón sentimental) es cierto que las dificultades por el bloqueo (pase magistral de bola) originó que no se entregara la infomación a tiempo, que las cifras no coincidieran, que lo del carro e n la playa no es así como se dice. Que la envidia. Que hay que ver como me he desgastado por años para servir al pueblo...... (y así le vas echando la culpa a la crisis de los misiles, a los talibanes, a los monos sueltos en el zoológico de La Habana, en fin...) 

 Y entonces el golpe de muerte. Se hace el hara kiri de golpe. Dice que no tiene excusa lo que ha hecho. Que el desvío de recursos en la empresa no es lo que piensan. No señor. Que el aire acondicionado perdido, por ejemplo, no está perdido, sino en la casa de Cuquita, esa pobre muchacha secretaria que con sus 25 añitos y sola. Eso es compañeros parte de nuestra política de atención al trabajador. (Buen intento para defender la posición) Pero que jura por su madre (como si en verdad la tuviera) que eso no volverá a pasar nunca jamás.Y que lo hecho no tiene justificación y que está dispuesto a enfrentar cualquier sansión. He dicho. (estocada hasta el fondo)

Se hace el silencio en la sala. Hay tanto dolor en su rostro que coge a la gente movida. Los militantes del sociolismo que nos han enredado la vida con o sinqueriendo le tiran una tohalla.Y a partir de allí le dan otro nuevo chance. Para que le sirva de experiencia. Lo promueven. Lo envían con igual o parecido cargo a la empresa vecina. Donde también hay un carro, una secretaria y una oficina con aire acondicionado y por supuesto, para que siga haciendo lo mismo hasta el siguiente hara kiri. 
 
Con el suicidio japonés se recoge el cadáver del samurai y se le entierra luego del honor rescatado a costa de su vida. Nuestro hara kiri deja intacto al personaje sin que pierda la vergüenza que nunca ha tenido.

Por eso nuestro samurai funcionario es más sabroso y sabichoso que Sato Ichi. Aquí no hay cadáveres, pero sí personajes saltando de uno a otro lugar como un juego de dama china sin que le llegue el réquiem definitivo mientras arrastran tropiezos, negligencias, abuso de poder y extendiendo la corrupción como mancha de aceite en el mar. No importa que en una asamblea se alcen una o dos manos para advertir y exponer criterios ante la figura del corrupto.

 La casta de los samurais funcionarios y shogunes dispuestos siempre al hara kiri, es fuerte, poderosa y protegida. Hay que ver como se ha ramificado esa cofradía que es mucho más fuerte, unida y clandestina de lo que usted imagina. A pesar de eso tengo absoluta fe en que alguna vez les llegara el Amagedón. Pero a como veo las cosas, no parece que será por ahora.

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