lunes, 18 de noviembre de 2013

Vivir del figurao



En nuestra larga vida como periodista ni siquiera imagino la cantidad de figuras que han pasado en caravana ante mi puerta. Unos más descoloridos que otros pero cada uno dejando su rubrica en el cursar del tiempo. Unos inolvidables por su incidencia en nuestro quehacer y otros como fuegos artificiales que suben y se dispersan en luces sin que después aparezca ni siquiera el güin que los elevó. 
 Los hubo y los hay brillantes u opacos. Auto suficientes y mediocres. Inteligentes o ignorantes. Arribistas y designados. Género único con variopintas especies. Por eso a veces me gustaría tener tiempo suficiente para ir sacando estos personajes del rastro del olvido. Tomar algunos de ellos como base material de estudio. Unos de seguro que nos harán reflexionar seriamente sobre resultados en el acontecer cotidiano, otros serían candidatos al premio honoris causa de la trompetilla criolla.


Como la historia inevitablemente coloca las cosas en su lugar, envidio la forma en que se divertirán nuestra futuras generaciones al desclasificar algunos absurdos y personajes contemporáneos diluidos por suerte en la distancia de los años.

Sin embargo existe un personaje persistente. Una lapa en el tiempo. Gente a las que considero patrimonio nacional a juzgar por su presencia e incidencia y por el modus vivendi en que, como el comején, se ha desarrollado entre nosotros. 
 
Me refiero al que vive del figurao
Dice el diccionario: Figura; aparentar, fingir, aparecer ser como alguien o algo. Imaginarse. Fantasear. Suponerse o dar a entender cosas.
Usted y yo conocemos tipos como estos.
¿Cuántos no viven del figurao creyéndose cosas y lo peor, haciéndonos creer que son cosas?.
Un antigua reflexión castellana sintetiza ; “Quien nunca fue cosa y cosa lo hacen, qué cosas hace”
Esos son los omnipresentes personaje que viven de las apariencias, los que premeditan ventajas y posiciones. Imagino que en la igual forma con que las prostitutas calculan sus ganancias según la posición en el arte horizontal, el figurao es la prostitución de la conciencia ciudadana, A esa prostitución de la conciencia ciudadana otros escritores aguces le han denominado moral en calzoncillos.
Por ejemplo, los camaleones viven del figurao. Se transforman, Cambian el color de la piel según las circunstancias y el medio. Están y no están. Parece que si, pero no.
Dentro de la sociedad humana siempre hay émulos camaleónicos, las crónicas de la sociedad humanas lo dicen. Vivir del figuao es un arte. Tiene estilos y grados apuntalados por la doble y aun triple moral donde se encuentran como el pez en el agua. Nuestra sociedad no se ha podido desprender de ellos.
Nos lo hemos encontrado digamos, en una asamblea de la ECOCHINCHE.
Puede estar en la primera o en segunda fila de la presidencia. (Los figurines de categoría, los que han hecho carrera con notas laudatorias, puede que estén en las presidencia de algo) Este está reprochado en el butaca. Cruza los brazos sobre el voluminoso abdomen, mira el reloj. El tiempo no pasa. Voztesa. Cabecea. Piensa que estaría mejor en otra parte. En su oficina con aire acondicionado, por ejemplo. Lejos de la letanía de los trabajadores. No importa. Se sacrifica, (a alguien tenía que tocarle) lo de él es estar allí, en la mata. 
 
Aquel otro abre el maletín, despliega papeles. Hay alguien leyendo un informe. Hace como que oye. Pero no está allí. Tiene el poder de la ubicuidad. Escribe. Para que la gente lo vea tomar notas. Eso ha de ser importante. Mira al público desde su altura con cara de preocupación para hacer creer algo a la gente. Pero no ve a nadie. No está para eso, sino para lo que le conviene porque casi siempre ésta figura linda con el oportunismo Con esa cofradía de sociales que se ramifican y que si los analizamos a fondo tienen hasta sistemas de aviso. Como las fases de la temporada ciclónica, Para cuando llegue el mal tiempo. Para evacuar, protejerse y luego ir a la recuperación,. ¿Quién no conoce esos casos?. ¿Quién no conoce de estos que desaparecen de aquí y aparecen por allá?
Están en todas partes, en la fábrica y en la escuela, en la tienda, la cuadra, en el punto de leche, en la reunión. Todos los conocemos y precisamente por eso sacamos la cuenta de que lo peor de las cosas malas que hace ese tipo de gente mala, es el silencio de la gente buena.

¿Cuanto a noveles diplomados, por ejemplo, egresan de las aulas creyéndose cosas.? Y lo peor, haciendo creer que son cosas. Adoptando posiciones ante una vida que no conocen pero que tampoco tratan de conocer de forma inteligente. Las aulas no trasplanta cerebros. Cada cual sigue con el suyo, Desgraciadamente estos son los que porque saben leer y escribir, creen que saben leer y escribir. Y lo peor, hay otros que se lo creen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario