En
nuestra larga vida como periodista ni siquiera imagino la cantidad de
figuras que han pasado en caravana ante mi puerta. Unos más
descoloridos que otros pero cada uno dejando su rubrica en el
cursar del tiempo. Unos inolvidables por su incidencia en nuestro
quehacer y otros como fuegos artificiales que suben y se dispersan en
luces sin que después aparezca ni siquiera el güin que los elevó.
Los hubo
y los hay brillantes u opacos. Auto suficientes y mediocres.
Inteligentes o ignorantes. Arribistas y designados. Género único
con variopintas especies. Por eso a veces me gustaría tener tiempo
suficiente para ir sacando estos personajes del rastro del olvido.
Tomar algunos de ellos como base material de estudio. Unos de seguro
que nos harán reflexionar seriamente sobre resultados en el
acontecer cotidiano, otros serían candidatos al premio honoris causa
de la trompetilla criolla.
Como la
historia inevitablemente coloca las cosas en su lugar, envidio la
forma en que se divertirán nuestra futuras generaciones al
desclasificar algunos absurdos y personajes contemporáneos diluidos
por suerte en la distancia de los años.
Sin
embargo existe un personaje persistente. Una lapa en el tiempo. Gente
a las que considero patrimonio nacional a juzgar por su presencia e
incidencia y por el modus vivendi en que, como el comején, se ha
desarrollado entre nosotros.
Me
refiero al que vive del figurao
Dice el
diccionario: Figura; aparentar, fingir, aparecer ser como alguien o
algo. Imaginarse. Fantasear. Suponerse o dar a entender cosas.
Usted y
yo conocemos tipos como estos.
¿Cuántos
no viven del figurao creyéndose cosas y lo peor, haciéndonos creer
que son cosas?.
Un
antigua reflexión castellana sintetiza ; “Quien nunca fue cosa y
cosa lo hacen, qué cosas hace”
Esos son
los omnipresentes personaje que viven de las apariencias, los que
premeditan ventajas y posiciones. Imagino que en la igual forma con
que las prostitutas calculan sus ganancias según la posición en el
arte horizontal, el figurao es la prostitución de la conciencia
ciudadana, A esa prostitución de la conciencia ciudadana otros
escritores aguces le han denominado moral en calzoncillos.
Por
ejemplo, los camaleones viven del figurao. Se transforman, Cambian el
color de la piel según las circunstancias y el medio. Están y no
están. Parece que si, pero no.
Dentro de
la sociedad humana siempre hay émulos camaleónicos, las crónicas
de la sociedad humanas lo dicen. Vivir del figuao es un arte. Tiene
estilos y grados apuntalados por la doble y aun triple moral donde se
encuentran como el pez en el agua. Nuestra sociedad no se ha podido
desprender de ellos.
Nos lo
hemos encontrado digamos, en una asamblea de la ECOCHINCHE.
Puede
estar en la primera o en segunda fila de la presidencia. (Los
figurines de categoría, los que han hecho carrera con notas
laudatorias, puede que estén en las presidencia de algo) Este está
reprochado en el butaca. Cruza los brazos sobre el voluminoso
abdomen, mira el reloj. El tiempo no pasa. Voztesa. Cabecea. Piensa
que estaría mejor en otra parte. En su oficina con aire
acondicionado, por ejemplo. Lejos de la letanía de los trabajadores.
No importa. Se sacrifica, (a alguien tenía que tocarle) lo de él es
estar allí, en la mata.
Aquel
otro abre el maletín, despliega papeles. Hay alguien leyendo un
informe. Hace como que oye. Pero no está allí. Tiene el poder de la
ubicuidad. Escribe. Para que la gente lo vea tomar notas. Eso ha de
ser importante. Mira al público desde su altura con cara de
preocupación para hacer creer algo a la gente. Pero no ve a nadie.
No está para eso, sino para lo que le conviene porque casi siempre
ésta figura linda con el oportunismo Con esa cofradía de sociales
que se ramifican y que si los analizamos a fondo tienen hasta
sistemas de aviso. Como las fases de la temporada ciclónica, Para
cuando llegue el mal tiempo. Para evacuar, protejerse y luego ir a la
recuperación,. ¿Quién no conoce esos casos?. ¿Quién no conoce de
estos que desaparecen de aquí y aparecen por allá?
Están en
todas partes, en la fábrica y en la escuela, en la tienda, la
cuadra, en el punto de leche, en la reunión. Todos los conocemos y
precisamente por eso sacamos la cuenta de que lo peor de las cosas
malas que hace ese tipo de gente mala, es el silencio de la gente
buena.
¿Cuanto
a noveles diplomados, por ejemplo, egresan de las aulas creyéndose
cosas.? Y lo peor, haciendo creer que son cosas. Adoptando posiciones
ante una vida que no conocen pero que tampoco tratan de conocer de
forma inteligente. Las aulas no trasplanta cerebros. Cada cual sigue
con el suyo, Desgraciadamente estos son los que porque saben leer y
escribir, creen que saben leer y escribir. Y lo peor, hay otros que
se lo creen.
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