martes, 10 de junio de 2014

Nosotros, los títeres del tiempo




De eficiencia, productividad y salario se ha hablado en Cuba hasta por los codos, pero pocas veces hemos oído algo sobre los enredos que padecemos a causa las indisciplinas en el horario laboral. De seguro que pocas asambleas sindicales, o de cualquier otro tipo, echan rodilla en tierra por el respeto a los horarios de producción o de servicios, porque además es bien seguro que esas asambleas se estén celebrando en pleno horario laboral.
 
En Cuba más de mucha gente se ha vuelto escéptica en esto de consignas de eficiencias debido a las veces que se ha dado de narices en cualquier tienda con un cartel que anuncia que se está en inventario, o que van a abrir mas tarde porque es el día de la higiene, o porque van a fumigar, o porque no llegó la dependiente. O porque no hay agua. Se han inventado tantos pretextos para trabajar menos que se ha convertido en un a cadena infinita de causa y efecto . 
 
Ese es el punto en que la gente se irrita, se obstina, pierde el animo en la vida sumando otras dificultades a las muchas que ya tenemos para sobrevivir,  para resolverlo todo, desde la compra de un pomo de medicina al arreglo de una olla de presión, pasando por el turno para sacar un documento que de contra nos regala el agobiante papeleo de por medio.
Decía que eso es un ciclo de transmisión, pues si alguien incumple conmigo me obliga a incumplimiento con otra persona. Eso es un circulo vicioso y pongo de ejemplo al chofer del ómnibus que llega tarde a la parada y hace que el pasajero que va corriendo para el laboratorio llegue tarde a su centro laboral y esos que llegan tarde a su centro laboral van a demorar a los que están esperando ser atendidos desde temprano.
Ustedes y nosotros conocemos lugares donde dicen estar abiertos de 8 de la mañana a tres de la tarde, en realidad no abren a las ocho, sino a las ocho y media o a las nueve, y además ya a las dos y media están cerrando para cuadrar la caja.
Esa deformación puede tener sus orígenes en que, a estas alturas, nadie sabe en realidad si todo el que trabaja tiene contenido de trabajo en su trabajo.
En verdad aun no nos hemos podido recuperar de las consecuencias de aquella bondadosa y costosa política del pleno empleo, donde disponer. de un empleo para cada persona fue un ideal en nuestro país, pero que en poco tiempo generó una especie de sub empleo, por lo que llegamos al punto de tener numerosas personas dándose cabezazos sin contenido de trabajo, o sin saber qué hacer. Eso sin dudas marcó generaciones de personas que deformadas como trabajadores nunca contaron con ocho horas de labor, por lo que les resultó fácil idealizar el mal servicio y la productividad poco les importó. Aprendieron a mal trabajar por la vía del buen vivir.
Es innegable que de la flexibilización del horario laboral hemos pasado al relajamiento absoluto corriendo a cuenta de la superficialidad en las responsabilidades laborales, porque incluso se dan casos de trabajadores puntuales de todos los días, gente fiel a la hora de estar en su puesto y de irse justo a la hora de cierre, y sin embargo pueden haber estado comiendo bola todo el tiempo, distraídos, conversando, contando la novelita de la TV y por supuesto desatendiendo a las personas o dejando de hacer lo que deben hacer.
Reconozcamos que la normalizaron del trabajo en Cuba se desatendió por mucho tiempo y aunque la organización del trabajo puedes crear mecanismo de estimulación y mejorar el empleo de una persona, si no se crean normas y se organiza el flujo de los servicios y la producción, todo lo demás se desvirtúa.
Hoy en día y en cualquier lugar usted puede distinguir detrás de un mostrador a una persona que es la que más trabaja y dos o tres girovagando, recargando el desempeño de aquellos. Sin embargo rara vez aparece la figura del administrador, para colocar orden. ¿Cuantas veces no habrá llegado usted a a solicitar un servicio donde hay tres o cuatro trabajadoras sin hacer nada y te responden que tienes primero que sacar un turno para otro día?
 En esos lugares seria mejor en vez de tener cuatro trabajadores tener menos y pagarle más. Porque, sacando cuentas, es preferible pagar mejor aunque haya menos gente en las plantillas, pero por ese salario ser más eficientes.
Ahora me pregunto si hoy abra administradores de centros de cuentapropistas que permitan hacer reuniones en horario de trabajo, o cerrar antes de hora. En lo actual nuestro pueblo ve como cosa normal interrumpir la producción o la prestación de servicios para celebrar sus reuniones y eso en verdad, a como están las cosas en el país, necesita una urgente reflexión pues no es la mismo un centro productor que una unidad de servicios,
Por otra parte y a la grupa de la indisciplina laboral, cabalga, Imagino que como un pasatiempo nacional, la impuntualidad. Ya las reuniones se citan con una hora de anticipación; los puntuales siempre llegan temprano y entonces deben de esperar por los impuntuales. Tanto se ha degradado el valor de la puntualidad, el respeto al tiempo de los demás, que ya te citan con un tiempo extra para que lleguen los morosos. Te dicen a las nueve pero comienzan a las diez, eso hay que resolverlo porque el tiempo no se puede revertir, se pierde irremisiblemente. Por mucho que se quiera aprovechar el tiempo que nos roban en los horarios, en los servicios  ineficaces, en las colas, en las esperas infinitas, el tiempo es necesario para pensar y proyectar la vida, por eso es que a veces vivimos como si fuéramos una especie de títeres que nos mueven de aquí para allá, desgastando nuestro tiempo que necesitamos para proyectar nuestra vida personale
Sin duda que mucho tiempo robado a nuestras vidas se cargan a la cuentas de mostradores, oficinas y ventanillos, pero también en asambleas y reuniones,mal tratos y deficiencias comercial, irrespeto y consignas hipócritas en las que ya nadie cree.; “Mi trabajo es usted, gracias por su visita”... !Solavaya!

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