Me
decía un colega que la actual campaña de higiene que se desarrolla
en nuestra ciudad y que pudo perfectamente haberse evitado, esta
destapando unas cuantas alcantarillas.
Ahora
ya no solo se trata de limpieza y lucha contra parásitos, sino que
corrupción, ilegalidades e indisciplina social afloran luego que la
dirección del país decidió, por necesidad de supervivencia, salir
de utopía bucólica y llamar a un debate nacional sobre el presente
y el futuro de la nación cubana.
Supongo
que por esa vía y en breve los acuerdos unánimes de nuestras
asambleas de Gobierno toquen a su fin, que concluya tanta mano alzada
donde no hay desacuerdos capitales y mucho menos abstenciones . Donde
todo esta bien y donde nadie decide nada, como no fuera avalar
decisiones preconcebidas. Esa falta de juicio critico y debates que
por años hemos padecido terminó por sentar reales en
irresponsabilidades cuyas consecuencias hoy padecemos.
Tengo
a mano el informe de la Comisión de Legalidad y Orden Interior
presentado el pasado 13 de julio a la Asamblea Municipal del Poder
Popular en Camagüey y cuyos integrantes, apoyados por especialistas
del Ministerio del Interior, realizaron un estudio sobre algunas de
las principales incidencias plenamente actuales en nuestros 19
consejos populares.
Un
primera lección que podemos sacar de este documento, es aquella que
nos señala la urgente necesidad de descentralizar decisiones y no
nos limitemos, como hasta ahora, solo a apoyar decisiones que “vienen
de arriba” sin plena consulta o de espaldas a las reales
necesidades de “los de abajo”
Otra
reflexión nos señala que la actual situación de higiene que
enfrenta la ciudad no se debe a un hecho fortuito, la realidad es que
estamos ante el resultado de un proceso acumulativo de violaciones
sociales y negligencias estatales que con una buena dosis de
complicidad burocrática ha transitado por años sobre la tolerancia
de las autoridades.
Llama
la atención como una gran mayoría de esos hechos se encuentran a la
vista de todos cuando ellas constituyen una prioridad de
erradicación. Sin embargo la tolerancia de la sociedad ante
manifestaciones de indisciplinas sociales prevalecen un ambiente de
permisividad que ha conducido al deterioro de valores morales y
cívicos.
No
por gusto todos esos elementos acarrean actividades delictivas,
apropiación y desvíos de recursos pertenecientes a entidades
estatales. Por supuesto que una sociedad con un lastre tal va dejando
un sedimento cuyos resultados ya lo tenemos a la vista.
Casos
delictivos, hurtos, ilegalidades e indisciplinas sociales,
corruptores y asediantes aumentan en determinados lugares de la
ciudad, mientras que los casos de proxenetismo y la prostitución
alcanza alta temperatura en el conocido entorno del cabaret Caribe,
Las Ruinas, Café Ciudad y Disco Café.
Por
otro lado ¿quién niega la presencia pública de focos de
ilegalidades en áreas de hospitales provinciales, terminal de
ómnibus y ferrocarril y principales calles comerciales, que incluye
venta de ropa y calzado en las inmediaciones de las calle Maceo e
Independencia o en la esquina de Cisneros y General Gómez?. Estos
son delito tan conocidos de todos que solo faltaría a esos
revendedores colocar un cartel lumínico.
Se
sabe que las multas impuestas por los inspectores son mínimas en
comparación con los delitos que se cometen y estas, cuando
finalmente se aplican, tienen cifras irrisorias. El pueblo sabe que
una multa a un vendedor ambulante en la calle no resuelve el
problema, porque el problema esta en otros niveles donde se genera la
corrupción que ha manchado a no pocas autoridades.
En
el ambiente económico se comercializa en todos los barrios cuartos
de pollo, papa, espaguettis, pescado de mar, masa de croquetas, leche
en polvo, camarones, mantequilla, persistiendo las casas almacenes,
talleres, puntos de venta de alimentos y productos industriales
sustraídos de las entidades estatales vendidos sin recato a la vista
publica sin que se adopten medidas definitivas para su erradicación.
Continúa
el escamoteo de precios, la venta de ron, cerveza y refrescos de
fabricación clandestina infiltrados en unidades gastronómicas, sin
lograr orden y sin que se reduzcan las manifestaciones delictivas
contra el patrimonio estatal y particular.
En
el duro informe emitido por la Comisión de Legalidad y Orden
Interior durante la más reciente Asamblea del Gobierno local, se
relacionan algunas de las principales indisciplinas detectadas en los
consejos populares. En la agenda se lee, por ejemplo, que en el
Consejo Popular Centro, uno de los más involucrado con el Centro
Histórico de la Ciudad, proliferan los vendedores de divisas, venta
ilícita de ropa y otros artículos, vehículos a alta velocidad por
algunas de sus calles, carretones de caballos en calles no
autorizadas, deambulantes, asediantes a extranjeros y alto grado de
alcoholismo, mientras que hacia el Consejo Popular de La Belén
aparecen incidencias con el juego al prohibido, fabricas clandestinas
de bebidas alcohólicas, venta de viandas y hortalizas, cría de
cerdos y riñas tumultuarias con arma blanca.
Hacia el norte de la ciudad por el Consejo Popular de Buenos Aires –
Bellavista, se registra la venta de refrescos y cerveza de
fabricación clandestina, venta de dolares, pan, productos
industriales y cárnicos, juego al, prohibido y personas portando
armas blancas, por su parte en Edén - Juruquey se notifica un alto
grado de alcoholismo, pelea de perros, escándalos,
jóvenes desvinculados del trabajo y el estudio, juego al prohibido,
y cría de cerdos. Consideramos que con este botón de muestra basta,
como se observa, salvo una que otra modalidad, las ilegalidades y las
indisciplinas son parecidas, incluyendo el alto grado de alcoholismo.
En
realidad muchas de esas manifestaciones son enfrentadas y ello ha
permitido desarticular casas almacenes, fabricas y talleres ilegales,
delitos de interceptación, especulación y acaparamiento, además de
continuar el saneamiento social de centros recreativos, sin embargo
seguimos perdiendo tiempo en largos debates que no conducen a nada
salvo desviar la atención de los realmente importante, como son las
trabas burocráticas, la corrupción administrativa y el desencanto
de una población que sigue resbalando sobre el mismo trillo, porque
en realidad aun contamos con dirigentes y funcionarios reticentes a
ponerle el cascabel al gato y propiciar a pleno pulmón ese debate
nacional al que convocó Raúl Castro y que por cierto, como se ve,
no ha tenido mucha respuesta aun entre nosotros.
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