Apenas
leído el comentario publicado hace unos días por nuestro diario
bajo el titulo de “Paripé”, mi vecina se puso las manos en la
cabeza y se preguntó ella misma; “¿A dónde vamos a parar?”.
El
viejo Carlos, que es mas ácido me dijo en un cruce de aceras, “Esto
es una vergüenza ….¿hasta las cuantas vamos a aguantar?”.
Conozco
y sufro las razones que tuvo el colega Sarmiento para de forma tan
descarnada y directa seleccionar algo de la caja de Pandora que
algunos descuidados han dejado abierta.
El
tema de la corrupción a todos los niveles, pan nuestro de cada día
en la calle y pie forzado y cotidiano de la prensa, no es en realidad
nada nuevo,
Es
el lodo de aquellos polvos que fuimos dejando a lo largo del camino y
que entonces, como diría el colega, hicimos el paripé de que no
existían, imaginando o para hacer creer que la nuestra era una
sociedad impecable. ¿Existe en verdad alguna sociedad impecable?.
¿Qué de la mugre heredada por años y años de miseria,
gansterismo, latrocinio, miseria moral, corrupción, prostitución y
mentiras?.
Ese
paripé de hacer creer que éramos facilitó esa cultura adquirida
durante épocas de metas productivas a todo costo y a toda costa, de
precipitadas obras para saludar fechas que nos comprometieron calidad
y resultados. Esto que sucede ahora y de lo que se escandalizan
muchas personas como mi vecina, esa inconformidad ya gritada por el
pueblo es simplemente el signo de los tiempos nuevos, el anuncio de
que se esta acabando el silencio de los carneros.
Si
la prensa tuvo poco o mucho que ver con pregones de triunfalismo no
es tema a dilucidar aquí, ahora, lo real es que la prensa ha sido
también víctima de engaños y falsedades que en más de muchas
oportunidades le colocan en difícil situación ante el pueblo.
Los
tambores de guerra del periodismo cubano contemporáneo convocan a
la transparencia, la reflexión y la lucha por la integridad de la
Revolución.
Si
analizamos en detalle lo que aflora de corrupción, violaciones,
encubrimiento, oportunismo descarado en todos los niveles, burlas a
la ley y la presencia de ladronzuelos en este y aquel establecimiento
comercial, despacho con aire acondicionado o esquina, nos damos
cuenta de la magnitud de la falta de control, incumplimiento de
deberes, complicidad, soborno y chantaje que cada día nos atenaza.
Sin
dudas que este descontrol que padecemos, que este dejar hacer solo es
posible debido a que ese elevado número de burócratas,
inspectores, especialistas y funcionarios se encuentran sentados a la
sombra de algún dios padre haciendo de las suyas.
Allá
por los años 20 del pasado siglo, existió un presidente de la
república corrupto cuya promoción electoral decía “Tiburón se
baña, pero salpica”. Hoy nadie se imagina la cantidad de
tiburones salpicando y corrompiendo una sociedad noble y humana,
pero demasiado benigna engañada tantas veces que ha perdido
credibilidad.
A
fin de cuentas imagino que el nuestro se ha tornado en un país de
botelleros. (botellero era el funcionario, el burócrata que
detentando un puesto de trabajo solo hacia presencia en el a la hora
del cobro de la nómina. Por lo general ocupaban el puesto debido a
amiguismo, parentesco o conveniencia del “jefe” para pagar
favores o compartir salarios; cualquier semejanza con actuales casos
reales es pura coincidencias) Sucede por ejemplo, que por cada uno de
nuestros consejos populares deambulan alrededor de 15 funcionarios de
todo lo que hay que ver; Vivienda, Trabajo Social, Inspectores,
Comunales. Acueducto, Salud, Comercio, Gastronomía, etc, etc, etc,
¿Algún presidente de Consejo, delegado o elector podría decir que
en su área no existen problemas con cualquiera de estos frentes?
¿Y
entonces qué hacen esos funcionarios, muchos de los cuales ni
siquiera conocen las características de la zona donde trabajan?.
¿Cómo justifican el salario que reciben y, sobre todo, quien
chequea y controla, quien pide cuentas y las da?.
Viejo
Carlos, me preguntas qué hasta dónde vamos a aguantar ….. Pues
hasta donde nosotros los de ahora, con transparencia y sin engaños,
con los pies sobre la tierras y sin idealizar procesos, seamos
capaces de limpiar la casa sin temor a trapos sucios sacados al sol.
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