Una
tarde llegue a la casa y se me ocurrió comentar con mi esposa que
me había parecido que el tal Satélite estaba tirado en una calle
por donde yo había recién pasado.
Según
un filósofo callejero, en Cuba hay tres tipos de ciudadanos que han
convertido sus derrotas en simpatías piadosas; el padre de familia,
el muchacho buena gente y la persona decente. En realidad se quedó
corto. La vida me ha mostrado la existencia de otras muchas derrotas
devenidas en querencia sentimentales. Por ejemplo la solterona
sesentañera que aun aguarda el principie azul perfecto cuando ella
misma sabe que a estas alturas no hay príncipe azul. Ni de ningún
otro color. Y mucho menos perfecto. El periodista que nos dice
espera abrir una cuenta bancaria con el salario que gana, el anciano
de aquel de pasaporte que se va a casar con la pepilla porque dice
que a ella le gusta sus canas y experiencia y gente como yo, que apenas le sucede algo en la calle y va de buena gente a decírselo a la esposa.
Me
pareció oír Satélite, le dije aquel día.
Ella,
sin calcular las consecuencias me espeto. “!Pues tienes que ir a
buscarlo!”. Aquello fue como un capitulo del serial televisivo
Misión Imposible. ¿A buscarlo?. ¿Y porque tengo que ir a buscarlo
yo?.
Me
dio una respuesta no muy aplastante. Porque fuiste tu quien lo saco
de aquí.
Eso
merece otra historia. Satélite fue el hijo que en una de sus
ocurrencias nos dejo San Aparicio. Aparicio es un gato que como
ustedes saben llegó un buen día no se de donde y que por una razón
o la otra se posesionó de la casa. De esa estancia y sus relaciones
con Yumi que es la que aparece fija en mi cuota familiar, nació
Satélite.
Ese
gatito blanco y negro fue comprometido para mi hija que vive al otro
lado de la ciudad, pero dejando las cosas de uno para otro día paso
el tiempo hasta que finalmente un amigo, residente en La Zambrana,
se quedo con el animalito.
Dos
días después el amigo llamo por teléfono para disculparse y decir
que el gato había desaparecido. Se fue. Se perdió. No se si los
gatos tienen la facultad de perderse así de fácil, pero este lo
hizo. Allí comenzó a generarse la tormenta domestica. Satélite
fuera de órbita, mi hija reclamando el gato, el amigo apenado y mi
esposa plantada. “!A Satélite hay que buscarlo!”
Preparé
de inmediato la expedición. Veamos . Calculando que en la ciudad
haya 100 mil gatos y que de color blanco y negro uno 20 mil, tendría
que buscar solo el 20 por ciento de todos aquellos felinos, de los
que en el reparto La Zambrana podrían maullar alrededor 500.
Cálculo que se cerraba si conocía el área donde mas o menos el
dichoso minino salio de escena.
Manos
a la obra. Bicicleta, jaba y espíritu de Indiana Jones.
Como
yo había escuchado el maullar de un gato allá por la avenida
Ignacio Agramonte, hacia el fondo de la escuela Pepito Tey, y como
esa zona forma parte del reparto de referencia, gire la nave hacia
esa dirección.
Una
calle para arriba, Otra calle para abajo. Pregunté a cederistas,
carretilleros, amas de casa, policías, choferes de autos,
girovagantes y a cuanta persona me encontré en esa área. La gente
se me quedaba mirando como un extraterrestre. ¿Estas buscando un
gato?. Y yo tenia que explicarles porque estaba buscando no un gato,
sino ese unicosolo gato, porque mas de uno me quiso regalar todos los
que tenia en su casa.
Al
final de la ruta y al otro lado de la escuela una trabajadora del
lugar me dio las primeras señales. He oído un gato por aquí, dijo,
pero no sé donde está. A la media hora un gatito dio señales de
vida en la medianía de un gran árbol del jardín de la escuela.
Hummm ¿será Satélite?.
Hay
que bajarlo de allí.
Este
podría ser muy bien el segundo capitulo de esta historia porque
entonces comenzó una movilización general en el barrio. La bondad
solidaria de la gente es un tesoro que debemos cuidar y cultivar. A
la trabajadora se unieron dos profesoras que estaban en el lugar, a
estas profesoras se unieron los jóvenes que en un terreno cercano
jugaban balompié a quienes se pidió ayuda. a los jóvenes que
jugaban balompié se unieron los transeúntes ocasionales y con estos
salieron los vecinos a observar el espectáculo de un grupo de
personas cada cual tratando de subir a su modo y manera al árbol
mientras un gato entre las ramas maullaba con todos sus pulmones.
Finalmente
el aterrorizado animalito fue capturado, peloteado, atrapado e
identificado con todos sus bigotes y señales . En efecto era
Satélite. Cómo llegó hasta allí y cómo una cosa tan pequeña,
apenas dos meses, pudo trepar tan alto por ese árbol para luego no
saber bajar es tema que dejo a la imaginación de cada uno.
Lo
que si es increíble que entre tanto y tantos pequeños seres
perdidos en la ciudad haya tenido al suerte de ser reencontrado un
par de días después de su desaparición.
Telefonee
a mi amigo para darle la noticias del hallazgo y a mi hija para
comunicarle que por fin Satélite iba a llegar a su casa. Pero ahora
para nosotros es cosa difícil deshacernis de el porque este
envoltorio tibio de lana y huesos me sigue por la casa cada minuto
sin querer separar ni de mi sombra, empeñado en ronronear y recibir
en pago una caricia. Ese es, en su idioma, allá en el fondo de sus
ojitos de amarillo brillante el agradecimiento que nos da por verse
devuelto a la familia y al calor del hogar seguro. Cuanta razón
existe en el aquello de que mientras menos seres humanos y mas
animales seamos, mas nos acercamos a la Naturaleza.
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