jueves, 19 de marzo de 2015

Misión Imposible; el rescate de Satélite



Una tarde llegue a la casa y se me ocurrió comentar con mi esposa que me había parecido que el tal Satélite estaba tirado en una calle por donde yo había recién pasado.
Según un filósofo callejero, en Cuba hay tres tipos de ciudadanos que han convertido sus derrotas en simpatías piadosas; el padre de familia, el muchacho buena gente y la persona decente. En realidad se quedó corto. La vida me ha mostrado la existencia de otras muchas derrotas devenidas en querencia sentimentales. Por ejemplo la solterona sesentañera que aun aguarda el principie azul perfecto cuando ella misma sabe que a estas alturas no hay príncipe azul. Ni de ningún otro color. Y mucho menos perfecto. El periodista que nos dice espera abrir una cuenta bancaria con el salario que gana,  el anciano de aquel de pasaporte que se va a casar con la pepilla porque dice que a ella le gusta sus canas y experiencia y gente como yo, que apenas le sucede algo en la calle y va de buena gente a decírselo a la esposa. 
 
Me pareció oír Satélite, le dije aquel día.
Ella, sin calcular las consecuencias me espeto. “!Pues tienes que ir a buscarlo!”. Aquello fue como un capitulo del serial televisivo Misión Imposible. ¿A buscarlo?. ¿Y porque tengo que ir a buscarlo yo?.
Me dio una respuesta no muy aplastante. Porque fuiste tu quien lo saco de aquí.
Eso merece otra historia. Satélite fue el hijo que en una de sus ocurrencias nos dejo San Aparicio. Aparicio es un gato que como ustedes saben llegó un buen día no se de donde y que por una razón o la otra se posesionó de la casa. De esa estancia y sus relaciones con Yumi que es la que aparece fija en mi cuota familiar, nació Satélite.
Ese gatito blanco y negro fue comprometido para mi hija que vive al otro lado de la ciudad, pero dejando las cosas de uno para otro día paso el tiempo hasta que finalmente un amigo, residente en La Zambrana, se quedo con el animalito.
Dos días después el amigo llamo por teléfono para disculparse y decir que el gato había desaparecido. Se fue. Se perdió. No se si los gatos tienen la facultad de perderse así de fácil, pero este lo hizo. Allí comenzó a generarse la tormenta domestica. Satélite fuera de órbita, mi hija reclamando el gato, el amigo apenado y mi esposa plantada. “!A Satélite hay que buscarlo!”
Preparé de inmediato la expedición. Veamos . Calculando que en la ciudad haya 100 mil gatos y que de color blanco y negro uno 20 mil, tendría que buscar solo el 20 por ciento de todos aquellos felinos, de los que en el reparto La Zambrana podrían maullar alrededor 500. Cálculo que se cerraba si conocía el área donde mas o menos el dichoso minino salio de escena.
Manos a la obra. Bicicleta, jaba y espíritu de Indiana Jones.
Como yo había escuchado el maullar de un gato allá por la avenida Ignacio Agramonte, hacia el fondo de la escuela Pepito Tey, y como esa zona forma parte del reparto de referencia, gire la nave hacia esa dirección.
Una calle para arriba, Otra calle para abajo. Pregunté a cederistas, carretilleros, amas de casa, policías, choferes de autos, girovagantes y a cuanta persona me encontré en esa área. La gente se me quedaba mirando como un extraterrestre. ¿Estas buscando un gato?. Y yo tenia que explicarles porque estaba buscando no un gato, sino ese unicosolo gato, porque mas de uno me quiso regalar todos los que tenia en su casa.
Al final de la ruta y al otro lado de la escuela una trabajadora del lugar me dio las primeras señales. He oído un gato por aquí, dijo, pero no sé donde está. A la media hora un gatito dio señales de vida en la medianía de un gran árbol del jardín de la escuela. Hummm ¿será Satélite?.
Hay que bajarlo de allí.
Este podría ser muy bien el segundo capitulo de esta historia porque entonces comenzó una movilización general en el barrio. La bondad solidaria de la gente es un tesoro que debemos cuidar y cultivar. A la trabajadora se unieron dos profesoras que estaban en el lugar, a estas profesoras se unieron los jóvenes que en un terreno cercano jugaban balompié a quienes se pidió ayuda. a los jóvenes que jugaban balompié se unieron los transeúntes ocasionales y con estos salieron los vecinos a observar el espectáculo de un grupo de personas cada cual tratando de subir a su modo y manera al árbol mientras un gato entre las ramas maullaba con todos sus pulmones.
Finalmente el aterrorizado animalito fue capturado, peloteado, atrapado e identificado con todos sus bigotes y señales . En efecto era Satélite. Cómo llegó hasta allí y cómo una cosa tan pequeña, apenas dos meses, pudo trepar tan alto por ese árbol para luego no saber bajar es tema que dejo a la imaginación de cada uno.
 Lo que si es increíble que entre tanto y tantos pequeños seres perdidos en la ciudad haya tenido al suerte de ser reencontrado un par de días después de su desaparición.
Telefonee a mi amigo para darle la noticias del hallazgo y a mi hija para comunicarle que por fin Satélite iba a llegar a su casa. Pero ahora para nosotros es cosa difícil deshacernis de el porque este 
 
 envoltorio tibio de lana y huesos me sigue por la casa cada minuto sin querer separar ni de mi sombra, empeñado en ronronear y recibir en pago una caricia. Ese es, en su idioma, allá en el fondo de sus ojitos de amarillo brillante el agradecimiento que nos da por verse devuelto a la familia y al calor del hogar seguro. Cuanta razón existe en el aquello de que mientras menos seres humanos y mas animales seamos, mas nos acercamos a la Naturaleza.

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