La
primera historia
Nadie
sabe cuando o porque se fundó en ese lugar el caserío de Banao,
pero orillada al flanco sur de la Sierra de Cubitas y próxima al río
Jigüey, la comunidad ya existía en la medianía del siglo XVIII.
Fue de hecho la capital del barrio cubitero del que dependían siete
caseríos, incluyendo el embarcadero de La Guanaja en la bahía de La
Gloria.
Se
sumaron en sus raíces vizcaínos, asturianos, gallegos, venezolanos
y colombianos pero especialmente canarios y catalanes de los que
nadie sabe porque recalaron en un lugar como este y cuyas tumbas hoy
están perdidas en el monte. Enterrados al igual que familias de
diferentes regiones del país, incluyendo habaneros, baracoenses,
espirituanos y matanceros
Para
el 1802 Banao contaba con 272 habitantes mayoritariamente blancos y
pocos esclavos. Su economía en desarrollo se nutria de 77 vegas de
tabaco. 20 carbonerías y 38 fábrica de casabe. En su época contó
con cuatro tiendas mixtas, iglesia y cuartel militar. No lejos se
levantó el ingenio azucarero Bainoa, con 26 caballerías para la
siembra de caña. Treinta años después sobrepasaba los 700
habitantes.
Por
alguna razón en esa historia y en un par primaveras y temporales de
lluvia interminable el monte envolvió a Banao y se tragó a sus
habitantes. Macondo ya existía antes de que García Márques
escribiera Cien años de soledad.
Desde
el mismo inicio de la guerra de 1868 la Sierra de Cubitas fue
declarada frente militar y cuando el Mayor General Ignacio Agramonte
Loynaz convirtió la región en teatro de sus operaciones, ya el
poblado era un puñado de cenizas y horcones carbonizados.
Luego
de la guerra Banao no llegó a recuperarse, pervivió sobre un frágil
equilibrio mas por la persistencia de los cubiertos con su entorno
que por la posibilidad cierta de desarrollo económico y social. De
nuevo abrieron el monte nuevas familias, viejos mambises que ya no
sabían hacer otra cosa como no fuera estar en la manigua y soldados
españoles, campesinos y desclasados en su tierra, sin oportunidad de
regreso. Otra vuelta a la rueda de la historia y de nuevo el casabe,
el cultivo de la yuca y la supervivencia precaria.
En
días como hoy
En
los años siguientes y hasta ahora Banao ha resistido a pie firme el
tiempo y la necesidad. La tierra colorada colocó su sello distintivo
y ya para siempre la comunidad perdió toda su relevancia para
convertirse en un punto de la geografía.
En
lo actual la comunidad posee alrededor de 44 viviendas casi todas de
madera y guano dispersas en jardines umbrosos y arboledas que
sombrean el espacio del verde pardo intenso que matiza la Sierra de
Cubitas. Allí conviven casi 140 habitantes en un índice demográfico
que dadas las condiciones de ese poblado, acusa un incontenible
descenso.
“Cada
vez somos menos y estamos mas viejos”. Comenta Rene Amarales
Fernández, delegado por más de siete mandatos en la
Circunscripción 22 en el Consejo Popular Pozo de Vilató, se duele,
dice, de la dura lucha por hacer que la comunidad siga en pie a
pesar de la situación que vive frente a un fondo ganadero y
agrícola deteriorado
“El
despoblamiento se produce muy rápido, hace cinco años eramos mas de
200 vecinos , pero la situación con las comunicaciones, el comercio,
y el camino, obliga a que la gente haya emigrado hacia otras
comunidades con mayor avance y perspectiva. Hemos perdido hasta la
cultura del casabe”.
Del
otro lado de la montaña a 22 kilómetros al este, en Sola, el
Secretario del Consejo de la Administración Municipal, sin dudas
decano en en el Gobierno del municipio Sierra de Cubitas, Emif
Mayedo Mayedo, es mas optimista. Detalla como varios de los
planteamientos mas peliagudos de los 98 electores de Banao se han ido
resolviendo. Relaciona la revitalización de la tienda de víveres,
la presencia de lineas eléctricas que permitió sustituir tenderas
por un servicio eficiente y el transporte no solucionado pero en algo
mejorado.
“Un
grave problema tenemos con el teléfono. Esa zona distante y difícil
por el lugar geográfico en que se encuentra ha impedido hallar una
solución--- me dice y entonces le cuento la anécdota del vecino de
Banao que con un TFA y para poder tener cobertura tiene que subirse a
lo alto de una mata de anoncillos que esta en las afueras del pueblo.
---Bueno, me dice sin inmutarse, eso es para que veas lo difícil de
un teléfono en esa comunidad.
Los
que se quedan, los que se van
“Contamos
con una buena sala de vídeo, nos ha dicho el delegado Amarales, los
suministros a la tiendas han ido mejorando, el circulo social recibe
atención … y mas nada. Tu miras esta comunidad y te das cuenta de
porque la gente joven se va, las familias se van reduciendo y solo se
quedan los viejos.
“Por
otro lado tenemos y no tenemos transporte, a nosotros se nos asigno
un camión-guagua por parte del municipio Sierra de Cubitas para
cubrir dos viajes alternos a Camagüey, uno el lunes y otro el
viernes, pero eso se ha visto afectado en ocasiones”.
La
escuela primaria José Hidalgo Oliva forma parte del patrimonio de la
comunidad de Banao, se construyó próxima al sitio donde fueron
asesinados tres campesinos de la zona por una banda
contrarevolucionaria llegadas desde El Escambray. Sin embargo, a
partir del 2003 y por baja matricula se acordó cerrarla y trasladar
el aula al poblado de Lesca, ubicado siete kilómetros de distancia.
“Educación ha puesto un transporte que por la mañana viene
diariamente desde Sola, recoge a los niños y los lleva a la
escuela de Lesca. Luego los trae por la tarde. También y como aquí
viven dos choferes de guaguas escolares, estos salen a las seis de la
mañana rumbo a Sola y la comunidad se sirve de ellas para salir a la
carretera y tomar otro carro con destino a Camagüey o a Sola”
Un
tema de interés y que invita a la reflexión es la perdida de su un
taller de artesanía, manualidades realizadas con maderas, semillas y
fibras vegetales de la zona, “Allí se hacían sombreros, escobas,
cepillos y otros artículos útiles para el hogar, pero ese taller se
llevaron en la década del 80 y se perdio una fuente de empleo para
la mujer, por otra parte aquí ya no hay ninguna cesabería. Eso
también se ha perdido”, lamenta el delegado.
Daicy
Amarales García, a cargo de la sala de vídeo está orgullosa de la
presencia de la vivienda que ocupa esa instalación. “La sala fue
fundada en el 2001 y se prestan diferentes servicios para la
educación y la cultura general, incluyendo biblioteca, actividades
recreativas y talleres, así como un espacio dos veces por semana
para aquellas personas que necesiten rehabilitar su salud. Por eso es
que hemos cogido por cuatro años consecutivos el galardón de la
mejor sala de vídeo de la provincia. Esto es un ejemplo de lo que
puede hacerse con el trabajo comunitario en este poblado”.
“Y
te digo mas, interviene el delegado, teníamos un campo de pelota
visitado por famosos peloteros como Sandalio Hernández, Sergio
Quesada, Luis Ulacia. Ellos venían aquí a enseñar a los guajiros a
jugar pelotas y nuestro equipo, que era bueno, iba a a jugar a
Brasil, Esmeralda, Minas, pero eso también se ha perdido, como se
perdió el conjunto musical en unos casos por falta de equipos y en
otros porque la gente se va”
¿Que
es en realidad Banao?
Allí
está precisamente la debilidad de la comunidad de Banao, en el
desaliento con algo de defraudación y con mucho de desamparo.
(¿Quién lo duda). En este momento debemos de concluir, luego de ver
y escuchar, que la comunidad de Banao, donde ella misma se considera
como grupo social vinculado por lazos familiares o de amistad
residiendo en un igual territorio e inter relacionados, que ha
perdido en alguna medida valores que le permitan solucionar con sus
esfuerzos e iniciativas una parte de sus problemas. El Gobierno y sus
recursos podrán apoyar ese desarrollo, pero si la propia comunidad
no rescata su identidad y decide permanencia y crecimiento de nada
valdría esa ayuda
Banao
responde a los iguales patrones de las comunidades rurales, un
conjunto de personas que conviven en un mismo espacio abierto y
natural y que mantienen una estrecha relación con la naturaleza, la
flora y la fauna, característica que los centros urbanos han perdido
en gran medida. En lo actual esa pequeña comunidad, como otras
tantas no bien atendidas, muestran una tendencia continua hacia el
decrecimiento demográfico generado en realidad por varias causas,
entre estas emigración en busca de mejores condiciones de vida,
falta de comunicaciones, educación y vida social acorde a las
necesidades y demandas de las diversas generaciones. La cuenta nos
dice que son mas los problemas subjetivos que las necesidades
materiales a resolver.
A
pesar de esto Banao tiene una oportunidad pocas veces repetida; su
arraigo cubitero y su historia. Su valor patrimonial y la fuerte
solidaridad que solo se crea en las pequeñas comunidades
geográficamente aisladas pero socialmente unidas.
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