martes, 5 de diciembre de 2017

¿Existe la vagancia en Cuba?




Vago; persona que tiene poca disposición para hacer algo que requiere esfuerzo o constituye una obligación, especialmente trabajar.


Tengo a la mano el libro Memorias sobre la vagancia en la isla de Cuba. Le invito a que le haga una lectura porque aunque fue escrito hace más de 150 años por el insigne José Antonio Saco López, hoy podríamos elaborar una versión similar y ampliada sobre esta versión moderna de la vagancia criolla que sobrevive mal que nos pese en días como hoy.
Se sabe que existe diferencia entre desempleo y vagancia. De todas formas podemos considerar que por años cierta inclinación a la vagancia fue el resultado de la explotación y la discriminación que genero constantes crisis de empleo entre las personas dispuestas a trabajar, en especial jóvenes que llegaban a la edad laboral. Incluso hoy existen casos de trabajadores que en un momento determinado quedan accidentalmente sin empleo o pasan a la búsqueda de otro puesto de labor, tema que no debe atribuirse al gusto de no trabajar .La vagancia por el contrario es una vieja enfermedad amoral de la sociedad cuyas causas en estos albores del siglo XXI, aunque no son las mismas, si tienen los iguales resultados descritos por Saco en 1830.
 
En realidad la vagancia contemporánea aunque no aflora por la resaca del desempleo aparece ahora burlando la responsabilidad del empleo. Son estas imágenes diarias y ya tan comunes en calles, plazas, dependencias estatales, comercios y centros de trabajo cualquiera que sea su quehacer. Lugares donde decenas de personas, hombres y mujeres, pierden el tiempo sin importar horario ni fecha en el calendario. Mutando al vago desempleado por el vago asalariado, ausentes muchos de sus puestos de trabajo o de sus aulas autorizados o no, dulce vida que por impunidad y costumbre no parece inquietarles en lo absoluto.
Debemos reconocer que a la inclinación de la vagancia “oficializada” en la sociedad cubana de este presente contribuye la mala dirección administrativa y, ¿por qué no?, el propio mal ejemplo de no pocos gobernantes de todas las épocas. En lo actual la vagancia, como el marabú, persiste y resiste a los ataques y medidas que siempre con tolerancia se despintan sin ser aplicadas, como síntoma de que las direcciones administrativas no actúan con seriedad para enfrentar este mal que no pocos lo estiman con indiferencia como un mal menor, cuando en realidad es un cáncer instalado en la cabeza del paciente.

 No son pocos quienes señalan como un origen de la vagancia en el país no la ausencia de empleo sino esta maltrecha situación laboral que sin dudas existe, identificada en altos indices de ausentismo, deficiente control administrativo, improductividad laboral, entre otros temas, todo lo cual arrastra mermas de producción, falta de calidad en los productos y servicios, excesivo burocratismo, dilatados tramites oficiales, enrevesados mecanismos oficiales para la solución de problemas domésticos, mal trato a la población, descontento generalizado y por supuesto desorganización del trabajo y falta de confianza de la efectividad gubernamental que a las diez de ultima paga los platos rotos.
Todos estos indices y aun otros mas, urgen no tan solo sanciones, sino un análisis profundo de las causas de la vagancia desde su raíz, y que no es otra que la existencia de un sistema económico y social disfuncional e incapaz de crear estímulos atractivos al provecho, la laboriosidad y la creatividad, todo lo que al cabo fomenta un ambiente de rechazo al trabajo aunque sobren puestos de empleo como en realidad está sucediendo en nuestra nación. Sin dudas que estos problemas no se resuelven con decretos sino con una puesta en marcha de la “cultura de trabajo” hoy tema retorcido y displicente .
Por otra parte y según los datos recogidos para este comentario, en Cuba la población económicamente activa tiene una preparación educacional en más de un 60% de nivel universitario y técnico como resultado de la política educacional del país hacia la formación masiva de universitarios a lo que se le da amplia promoción a través de los medios de prensa, sin embargo no siempre los graduados se suman a la profesión para la cual se prepararon y pasan a realizar otras tareas ajenas, pero mas remunerada y demandada, situación contradictoria, pues parece restársele reconocimiento y oportunidades a la creación de técnicos y trabajadores calificados, obreros de todas las categorías que son quienes en realidad llevan sobre sus hombros el desarrollo económico y social. Los resultados son ostensible y por eso hoy es cada vez más difícil incorporar en oficios necesarios a carpinteros, albañiles, plomeros, electricistas, secretarias, modistas, sastres, zapateros, herreros, soldadores, y especialistas en diversos oficios. Este hecho lo ha reconocido la prensa en más de una oportunidad, pero como siempre, sin respuesta.
En sentido general debemos reconocer la existencia en Cuba de la vagancia “autorizada” cuya existencia se debe a numerosas y difíciles causas pero ninguna de ellas imbatible si se retoma la educación laboral y si se encuentran mecanismos capaces de desbloquear el desarrollo de las fuerzas productivas, despertar el interés laboral impulsar el espíritu emprendedor de los ciudadanos y dedicarnos mas “para trabajar” que tanto “para bailar”.
(Agradecemos el pie forzado que para este trabajo nos remitió el ingeniero agrícola Armando Guerra)

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