sábado, 10 de enero de 2015

Extrañamientos




Estoy a punto de tomar una larga pero no definitivas vacaciones. Unos dirán; “!por fin dejó de joder!”. Otros, los amigos de siempre. Los socios de verdad, extrañaran mi ausencia un par de días pero no dejaran por eso de echarle el ojo a mi puesto en la computadora a ver a quien le toca.
He llegado, pues, a un minuto de recuentos.
En realidad cuando transitamos hacia cierta edad lo vivido nos pasa la cuenta. Lo dice Juan Manuel en su trova, porque aunque “Uno se cree que los mato el tiempo y la ausencia … ese tren compró boletos de ida y vuelta”. Y es que ese es un tren sin atrasos que aunque no quieras llega siempre justo a la hora. 
 
En ese baúl de artesano confieso. que entre las cosas de las que de verdad voy a descansar es de esa epidemia institucional criolla que es el reunionísmo, a las que pocas veces asistí por voluntad expresa. A veces me pregunto, ¿será que el cubano es tan cariñoso que no puede hacer cosa alguna sin tener que vernos todos y saber quien levanta la mano para aprobar o no?.
¿Se imagina ustedes a Cristobal Colón convocando a sus marineros a una plenaria a bordo de la Santa María para acordar qué ruta se debe seguir con una producción diaria de cuatro nudos por hora?. Estaríamos aun felices en taparrabos.
¿Cuántas horas de vuelo llevo en esta profesión mirando pasar la vida desde la butaca de una sala de reuniones?. Por lo menos debo haber dado diez viajes de ida y vuelta al sol. He pasado a través de tormentosas galaxias con rayos y centellas, por deslumbrantes sueños o por suaves deslizamientos hacia la inopia donde no pasa nada. Con la preocupación, por supuesto, de que en verdad no pasa nada.
En realidad nuestra sociedad forjada con diferentes matices posee un atractivo espíritu colectivo que en conjunto no pocas veces contribuye a la solución de grandes desaguisados. Lo que repudio es ese enfermizo síndrome que corrompe y desvirtúa la real importancia y utilidad de intercambio de ideas y soluciones a través de paranoicos cónclaves y mítines que aparte de no conducir a ninguna parte hace perder tiempo y espacio en el quehacer cotidiano. Tal vez a los estudiantes de periodismo les hace falta incorporar al programa la asignatura de; “Como clasificar, recepcionar y digerir juntas y velatorios de variados colores” Al menos así los íbamos a preparar mejor para la vida y para enfrentar los avatares de la profesión que no por gusto es la mas peligrosa del mundo,. Ese es un ejemplo.
Según algunos colegas, la quimera de oro del periodismo quedó detrás, Eso es relativo. Cada época tiene su halo dorado, Aquel tiempo de correr tras la noticia y llegar a la redacción con la nota caliente de primera plana, ya pasó. Tampoco hay más ceniceros repletos de colillas en cada buró y un termo de café manchando las cuartillas de papel con el estruendo de la rotativa sacudiendo las paredes.
Aquel periodismo de capa y espada dio paso al periodismo de quirófano.
Ahora nuestras redacciones son asépticas y nadie fuma. Tampoco hay café. Las ediciones del periódico son planificadas y organizadas. Previstas y anunciadas. La noticia clave pocas veces se toma de la calle, sino de oficinas climatizadas, y lo peor, en asambleas, chequeos, seminarios, encuentros y talleres, porque hoy en día lo mismo se reúne la familia para organizar el velorio del abuelo que una una plenaria con los trabajadores de la empresa azucarera decide una zafra. En esencia es lo mismo. Que todos tengan conciencia de todo. De hacer algo entre todos. Aunque avece he visto que ese camino conduce a una democrática forma de desorganizar.
Mis hijas, que a la vez ya tienen hijos, y que nacieron luego de 1960, ni se imaginan siquiera la posibilidad de sobrevivir sin tener por lo menos un par de buenas reuniones cada semana. De cualquier tipo y por cualquier cosa ;en la escuela, las organizaciones políticas y de masa, en la circunscripción, en la cola del pan, por la llegada del pescado. Cuando a ellas les relato la historia antigua durante y luego del Armagedón me miran incrédulas. No es su culpa, también son de las que piensan que la libreta de abastecimiento ha existido desde la fundación de la villa.
Hay un antiguo refrán castellano que dice “Primero ir a misa y luego almorzar, pero si apura mucho, primero almorzar.” Lo saco a colación porque hay quienes tienen empotrada en su ADN una enfermiza inclinación hacia el las juntas y las convocatorias, y aunque saben que lo importante es el resultado del trabajo, si no se reúnen primero para decir lo mismo, no se sienten a gusto.
En particular muchas de estas reuniones por las que he transitado me ha servido de mucho en mi profesión e incluso podría felicitarme, pues casi nunca perdí mi tiempo. En verdad, confieso que algunas de mis. queridas crónicas las escribí mientras sesionaban esas bucólicas asambleas

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