“Nadie
es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de
continente, una parte de la tierra.; si el mar se lleva una porción
de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un
promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La
muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la
humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan
las campanas: doblan por ti.”
En
1624 el poeta ingles John Donne apunto estas reflexiones en su obra
Devotions Upon Emergent Occasions, y con ellas alertó a la humanidad
sobre el incierto futuro de la Tierra. Advertencia que casi todos
olvidaron luego. Más
de tres siglos después otro hombre puntualizo la idea con una nueva
campanada que fue definitiva.
“Una
importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la
rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de
vida: el hombre”.
Asi inició Fidel su discurso ante
el plenario de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio
Ambiente y Desarrollo, efectuado en Río de Janeiro el
12
de junio de 1992.
Hasta
aquellos momentos la
amenaza
del cambio climático
tocando a las puertas del planeta apenas si se tomaba en cuenta fuera
de un estrecho mundo científicos, a pesar de que decenas e países
hambreados por el empobrecimiento de sus tierras, reducción de
espacios forestales y agotamiento de ríos y mares constituían
ejemplos claros de lo que se avecinaba. Era tanta la falta de
`percepción que no pocos filosofaron sobre un cambio climático para
unos pero no para otros.
El llamado de alerta parecía formar parte de la utopía. pero
la
campanada dada en la Conferencia de
Rio de Janeiro, estremeció la humanidad.
La
comparecencia de Fidel en esa oportunidasd fue dramática;; “Los
bosques desaparecen, los desiertos se extienden, miles de millones de
toneladas de tierra fértil van a parar cada año al mar. Numerosas
especies se extinguen. La presión poblacional y la pobreza conducen
a esfuerzos desesperados para sobrevivir aun a costa de la
naturaleza. No es posible culpar de esto a los países del Tercer
Mundo, colonias ayer, naciones explotadas y saqueadas hoy por un
orden económico mundial injusto”.
En
Cuba la dirección de la Revolución, antecediendo cualquier otra
iniciativa, emprendió la obra de rescatar el tesoro de la
Naturaleza y colocar a salvo los recursos naturales previendo los
relámpagos del cambio climático y todas sus consecuencias. El país
extendió obras hidráulicas, mejoramiento de suelos, programas de
reforestación, protección de especies biológicas y, sobre todo,
comenzó a educar al pueblo para darle una cultura de la Naturaleza
de la que hoy el pueblo hace gala.
El
llamado de Fidel marco el momento de la reflexión sobre el futuro
desvelando las causas de la destrucción medio ambiental nacidas de
la ambición de las metrópolis imperialistas, cuya ambición dan
origen a la pobreza y al atraso de la mayoritaria de la humanidad.
“La
solución no puede ser impedir el desarrollo a los que más lo
necesitan. Lo real es que todo lo que contribuya hoy al subdesarrollo
y la pobreza constituye una violación flagrante de la ecología.
Decenas de millones de hombres, mujeres y niños mueren cada año en
el Tercer Mundo a consecuencia de esto, más que en cada una de las
dos guerras mundiales. El intercambio desigual, el proteccionismo y
la deuda externa agreden la ecología y propician la destrucción del
medio ambiente.”
Hoy
en la intimidad de este duelo colectivo que entristece al pueblo
cubano, aquella página excepcional en la vida de Fidel, constituye
uno de sus principales testamentos colocados en manos de la
humanidad. Ya no existe la ignorancia sobre los peligros que amenaza
la Tierra, La ideas de Fidelidad sobre el tema siempre fueron
convincentes y certeras y ellas quedan para la posterioridad como
parte de ese doblar de campanas que nos puede anunciar el fin de la
humanidad.
“ Hágase
más racional la vida humana. Aplíquese un orden económico
internacional justo. Utilícese toda la ciencia necesaria para un
desarrollo sostenido sin contaminación. Páguese la deuda ecológica
y no la deuda externa. Desaparezca el hambre y no el hombre.... Cesen
los egoísmos, cesen los hegemonismos, cesen la insensibilidad, la
irresponsabilidad y el engaño. Mañana será demasiado tarde para
hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo”.
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