martes, 22 de noviembre de 2016

La encrucijada de nuestra cortesía.



Paradigma hasta hoy de la cortesía fue Sir Walter Raleigh (1552 - 1668). Aventurero, explorador militar, diplomático, escritor y protegido de la Reina Isabel de Inglaterra. Fue él quien una vez coloco su capa en el suelo para que la reina cruzara sobre un charco de agua. Desconfío de las murmuraciones, pero se comenta que ya la gente estaba harta de sus arranques de caballerosidad y por eso una vez, luego de haber introducido el tabaco en Europa, hicieron que le cortaran la cabeza.
Llama la atención que ya en el siglo XVI la obra El Libro del Cortesano, del italiano Baldassarre Castiglione (1478 - 1529) se vendiera como pan caliente en todos los palacios de reino. Por cierto, se sabe por certificados Castiglione médicos que luego de escribir ese libro murió de fiebres pestilente.
No quiero decir que la cortesía no paga, pero aquellos son ejemplos de que si entonces aquellos modales de conducta urbana tuvo sus mártires, hoy tiene sus verdugos.
Luego de aquel librito, reeditado muchas veces desde entonces, aparecieron otros tratados de ética, civilidad y galanuras que iban a parar a lo mismo; la educación ciudadana, los buenos modales y la urbanidad como forma de convivencia. Por esa senda y andando el tiempo llegaron a nuestras escuelas manuales de Moral y Cívica como asignatura obligatoria.
Por supuesto que muchas de las normas de conducta social están basadas en la cortesía y en el tacto; sin ellos no existiría la amistad y la convivencia humana sería difícil, sin embargo en la vida cotidiana del cubano actual la educación formal pierde terreno para dar paso a la vulgaridad y la chabacanería se introduce como virus en nuestra sociedad, perdiendo valores esenciales la convivencia social.
No imagino que esa perdida se relacione con el deterioro económico que hoy atravesamos, pero en realidad nos empeñamos en solucionar lo mas urgente dando de lado a lo mas importante y por esa ruta la emprendemos con el rescate económico de la nación sorteando escollos, relegando a otros planos temas como la educación formal, aspecto que incluso se deja de lado en escuelas y hogares. En este punto es preciso insistir en que el comportamiento ciudadano nada tiene que ver con el bloqueo y la crisis económica en cualquiera de sus aristas, solo que, estamos tan desorientados por esa perdida de valores que como para justificar pasamos la culpa a lo primero que tenemos a mano, en este caso el deterioro económico. Crisis económica tuvo nuestro país a lo largo de su historia, pero aquella divisa de miles de familias de “Pobres, pero honrados” conjugo una envidiable conducta de urbanidad y cortesía ciudadana perdida hoy en pantanos de mal formaciones espirituales nacidas en hogares disfuncionales y una educación y cultura no siempre ejemplarizantes.
Sabemos que enfrentamos carencias y dificultades materiales que no se podrán resolver en breve tiempo, por el contrario, su solución práctica solo llegará a partir de una sociedad consciente y educada. Lo cortes no quita lo valiente, pero debemos de reconocer de que en Cuba la Educación Formal atraviesa un conjunto de problemas sociales y de fallas en la educación familiar y escolar que se trata con demasiada inercia para días como hoy.
El rescate de la educacional formal y la cortesía ciudadana, que se considera por quienes quieren tapar el sol con un dedo como un “mal menor” de nuestros , ignoran que las mejores relaciones entre ciudadanos, el respeto y el buen trato facilita cualquier tipo de programa social o económico a ejecutar. No puede haber desarrollo sin relaciones sociales y para estos momentos se preciosa de acciones enérgicas para que reflexionemos sobre nuestro comportamiento cotidiano y lograr mayor respeto entre nuestros compatriotas, conciencia que comienza en el hogar, que es donde se trasmiten los valores, pero a la vez se requiere introducir en las escuelas programas de estudio e insertar este tema como una asignatura permanente donde al igual que los padres los profesores predicar con el ejemplo.

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